El casco histórico de La Habana Vieja, una zona que solía estar llena de turistas extranjeros disfrutando de parques, cafés y música en vivo, ha caído en una profunda soledad. Las calles y plazas que solían estar animadas con grandes grupos de visitantes ahora se encuentran desiertas, como se pudo verificar por CiberCuba el pasado sábado por la mañana, un horario típico en el que estos lugares solían estar repletos.
Las imágenes y testimonios reflejan claramente el impacto devastador de la crisis del turismo internacional en la capital cubana. Una señora que hace trencitas en la intersección de las calles Obispo y Mercaderes comentó a esta redacción que la afluencia de turistas ha disminuido considerablemente, y que la situación empeora durante la semana.
«Creo que voy a tener que vender la silla para poder pagar los impuestos», confesó, reflejando la preocupación generalizada entre quienes dependen del turismo para ganarse la vida.
A pesar de que el gobierno intenta presentar una imagen positiva del sector, afirmando que el turismo está en auge, la realidad es muy diferente. Esta semana, el economista cubano Pedro Monreal reveló inconsistencias en los datos oficiales sobre la llegada de turistas a Cuba durante el primer semestre de este año. Según la información publicada por Cubadebate, 1,8 millones de visitantes llegaron a la isla entre enero y junio. Sin embargo, Monreal cuestiona esta cifra, señalando que para alcanzar ese número en seis meses, debería haber habido 625.112 turistas solo en junio. Sin embargo, el récord más alto para ese mes en años recientes fue de 342.195 en junio de 2018.
El pasado 26 de abril, el ministro de Turismo de Cuba celebró que se había alcanzado el millón de visitantes en el primer trimestre y fijó la meta para este año en tres millones. No obstante, esta meta parece inalcanzable, especialmente dado que en 2023 Cuba no logró cumplir la previsión de 3,5 millones de turistas y se quedó en 1,9 millones hasta octubre. Comparado con sus vecinos regionales, como República Dominicana, que recibió seis millones de turistas, y Cancún, que acogió a cuatro millones, el desempeño de Cuba es considerablemente inferior.
La crisis se ha sentido aún más en La Habana, donde varias aerolíneas han reducido sus vuelos, limitando los destinos a áreas turísticas como Varadero y los Cayos. Uno de los factores detrás de esta disminución es la baja calidad de los servicios hoteleros en el país, que ha generado numerosas quejas e incluso denuncias en tribunales internacionales.
En mayo, una bloguera rusa compartió su experiencia tras pasar 16 días en el hotel de cinco estrellas Iberostar Laguna Azul en Varadero. Decidió no regresar a Cuba debido a «la indiferencia de los lugareños y la falta de esfuerzo por mejorar». La bloguera criticó duramente el servicio en el hotel, mencionando que en un establecimiento de cinco estrellas «no había hervidor de agua en la habitación, y en el restaurante, en lugar de agua hirviendo, servían agua ligeramente tibia».
«A diferencia de los países normales, donde primero recibes un servicio y luego lo agradeces, en Cuba primero tienes que pagar unos dólares y luego esperar tener una toalla limpia en tu habitación. O no aparecerá», añadió.
El gobierno cubano ha comenzado a reconocer los problemas en el sector turístico, incluyendo la insuficiente conectividad aérea, impagos a proveedores que interrumpen la cadena de suministros, dificultades para acceder al mercado internacional y la falta de personal capacitado en las instalaciones.