Rebeca Quintana Vázquez, una niña cubana de solo siete años, perdió la vida esta madrugada tras una larga lucha contra la leucemia linfoblástica aguda tipo T. Había sido diagnosticada hace más de un año y se encontraba ingresada en el Instituto de Hematología e Inmunología de La Habana desde hacía tres meses. La trágica noticia fue lamentada por familiares y amigos en redes sociales, quienes expresaron su dolor ante la pérdida de una niña tan valiente.
En el momento de su fallecimiento, sus padres, oriundos de Las Tunas, estaban en el proceso de gestionar una visa humanitaria que permitiera a Rebeca recibir tratamiento en Estados Unidos. La esperanza de un mejor tratamiento había guiado sus esfuerzos, pero el tiempo se les escapó entre trámites y la falta de recursos en el sistema de salud cubano.
El martes anterior a su muerte, el padre de Rebeca, Aymer Quintana Carmenate, realizó una emotiva transmisión en vivo desde frente al hospital. En su mensaje, suplicó ayuda a la comunidad, explicando que no había plaquetas disponibles para su hija y que su vida peligraba, ya que tenía un nivel de hemoglobina críticamente bajo. «Tenía uno de hemoglobina», se lamentó, mientras compartía su desesperación.
Los padres de Rebeca habían pedido donaciones de sangre A+ en múltiples ocasiones, ya que el hospital no contaba con la sangre necesaria para atender a su hija. «Son unos mentirosos y unos tramposos todos y no les importa la vida de los niños», denunció Aymer, un pastor cristiano, al referirse a los doctores y funcionarios del Ministerio de Salud Pública que habían fallado en brindar la atención que su hija necesitaba.
A pesar de las múltiples complicaciones que enfrentaron, Aymer relató que inicialmente consideró sacar a su hija del país, pero los médicos le aseguraron que tenían los recursos necesarios para salvarla. Este tipo de promesas, sin embargo, resultaron ser insuficientes ante la dura realidad del sistema de salud en Cuba.
Activistas y fuentes cercanas a la familia señalaron que los protocolos médicos que debían seguirse se vieron interrumpidos debido a la falta de tratamientos adecuados que pudieran llevar a Rebeca a una remisión y posteriormente a un trasplante de médula. Su historia refleja las deficiencias del sistema de salud cubano y la desesperación de muchas familias que enfrentan circunstancias similares.
Rebeca había comenzado un largo y complicado tratamiento de alto riesgo en el Pediátrico de Holguín que se extendió por diez meses. A pesar de sus esfuerzos, en los mielogramas realizados no se logró extraer suficiente material para determinar si había respondido adecuadamente al tratamiento. Este proceso ha sido un punto crítico en su enfermedad.
Lamentablemente, después de un tiempo, Rebeca sufrió una recaída de pronóstico reservado, con la recomendación de un trasplante de médula. Fue entonces cuando fue trasladada a La Habana en busca de atención más especializada. A lo largo de su tratamiento, había enfrentado una grave aplasia severa, que la dejó con cero leucocitos, cero hemoglobina y cero plaquetas durante 25 días, un período angustiante para ella y su familia.
El caso de Rebeca es una tragedia que se suma a la de otros pacientes de leucemia linfoblástica aguda en Cuba. Eva Álvarez Castro, una niña de solo seis años, también falleció el año pasado mientras esperaba una visa humanitaria para viajar a Estados Unidos en busca de tratamiento. Estas historias conmovedoras resaltan la lucha de muchas familias cubanas por la atención médica que necesitan urgentemente.
Desde la muerte de Rebeca, otras familias como la de Lia Isabel García Torres, de cinco años y diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda, y Sofía Mercedes Muñoz Rivero, de seis años y con leucemia mieloide aguda, han utilizado las redes sociales para buscar apoyo y visibilidad en su lucha por obtener tratamientos fuera de Cuba. Estas pequeñas historias reflejan no solo la necesidad de atención médica, sino también la solidaridad que se necesita en un contexto de escasez y desesperación.