Las escuelas en la provincia de Villa Clara comenzarán a ajustar su horario docente a partir de este lunes 20 de mayo, debido a la grave crisis energética que vive Cuba. Según información divulgada por el Gobierno Provincial en ese territorio, los centros educativos a todos los niveles, “con excepción de la Educación de jóvenes y adultos”, iniciarán el primer turno de clases a las 10:00 de la mañana.
De esta manera, el horario para los estudiantes quedó establecido “de 10:00 am a 12:00 pm y de 2:00 pm a 4:20 pm”, dice la nota firmada por la Dirección General de Educación en Villa Clara. Asimismo, aseguraron que “la apertura de las actividades en todos los centros educativos se realizará como establece educación: desde las 6.30 am en los Círculos Infantiles y 7.00 am en las Escuelas”.
Pero la novedad es que “en las primeras horas de la mañana se desarrollarán actividades lúdicas y complementarias hasta el inicio del primer turno de clase y se extenderán hasta el horario habitual”, indican las autoridades de Villa Clara.
Los inhumanos apagones que sufren los cubanos, con cortes de hasta 20 horas al día en algunas localidades, se han vuelto una situación insostenible para muchos, quienes explotan en las redes sociales y critican al régimen preguntando: “¿Hasta cuándo la tortura psicológica con el pueblo?”.
Muchas familias, incluidos niños, han tenido que dormir en la calle en un intento estéril por descansar algo durante la noche, ante las altas temperaturas que, además, están azotando a la Isla.
El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel, debió reconocer el pasado 11 de mayo, en una entrevista concedida al periodista español Ignacio Ramonet, que la Isla está «en una situación sumamente compleja en el tema energético». Según enumeró, bajo su gestión fallan «la generación eléctrica por falta de combustible, por falta de mantenimientos o por la coincidencia de los dos factores».
Durante una visita al municipio tunero de Amancio Rodríguez, el propio gobernante afirmó, en un supuesto gesto de empatía, que los apagones de los últimos días «han sido terribles, hasta 20 horas».
Los malestares de la población han sido expresados en redes sociales, y en algunos casos, han llegado a protestar en la calle. Estas manifestaciones de descontento reflejan la creciente frustración y desesperación de los cubanos que deben enfrentar no solo la falta de electricidad, sino también las altas temperaturas y la escasez de recursos básicos.
El ajuste en los horarios escolares en Villa Clara es una medida que busca adaptarse a las condiciones extremas que impone la crisis energética. Sin embargo, también pone de relieve las profundas dificultades que enfrenta el sistema educativo en medio de una infraestructura colapsada. Las actividades lúdicas y complementarias programadas para las primeras horas de la mañana pueden ser un intento de mantener a los niños ocupados y seguros, pero no abordan las raíces del problema.
La decisión de ajustar los horarios refleja un esfuerzo por minimizar el impacto de los apagones en la educación, pero también puede ser vista como una medida temporal que no soluciona la problemática de fondo. Los padres y los estudiantes se ven obligados a adaptarse a un entorno cada vez más incierto, donde la falta de electricidad y las condiciones adversas son la norma.
En redes sociales, la respuesta a estos ajustes ha sido variada. Algunos aplauden los esfuerzos por mantener la educación en marcha a pesar de los desafíos, mientras que otros critican la medida como insuficiente y desalentadora. La pregunta de «¿hasta cuándo?» resuena entre muchos, señalando un agotamiento colectivo frente a una crisis que parece no tener fin.
Las protestas en la calle y las expresiones de descontento en redes sociales son síntomas de una población que se siente ignorada y desatendida. La insistencia del gobierno en que la situación es «temporal» no alivia las tensiones, especialmente cuando las promesas de mejoras no se materializan de manera tangible. La falta de electricidad no solo interrumpe la vida diaria, sino que también socava la confianza en las instituciones y en la capacidad del gobierno para gestionar la crisis.
En este contexto, la resiliencia de los cubanos se pone a prueba constantemente. Las familias, los maestros y los estudiantes deben encontrar formas de adaptarse y seguir adelante, a pesar de las adversidades. La comunidad internacional observa de cerca, y aunque hay apoyo y solidaridad, las soluciones a largo plazo deben venir de un compromiso interno para abordar las fallas sistémicas.
La situación en Villa Clara es un reflejo de lo que ocurre en muchas partes de Cuba. Las medidas temporales y los ajustes constantes son parches en un sistema que necesita reformas profundas y sostenibles. La educación, siendo un pilar fundamental de la sociedad, no puede sostenerse en estas condiciones indefinidamente. La crisis energética es solo una manifestación de problemas más amplios que requieren una atención urgente y decidida.