El recinto María Isabel Urrutia, ubicado en la zona oriental de Cali, se convirtió en el espacio donde los admiradores se congregaron para despedir al músico cubano Tirso Duarte.
Durante aproximadamente 10 horas, su cuerpo yacía en un ataúd blanco, adornado con flores, mientras los presentes rememoraban y disfrutaban de las melodías que lo hicieron famoso.
“Es una sensación agridulce, porque nos brindó tantos momentos felices. Tuve la fortuna de verlo en conciertos en Robles y en Santander de Quilichao. Siempre destacó por su humildad, siempre dispuesto a tomarse una foto con sus fans”, compartió uno de los presentes.
Otra fanática comentó: “Nos dejó un legado musical inmenso. Aunque era cubano, Cali lo adoptó como uno de los suyos. Su energía y ritmo siempre nos animaban. A pesar de sus raíces cubanas, era un placer bailar y disfrutar de su música”.
Ronald Angulo, su representante, reafirmó las palabras de los aficionados, destacando que Tirso, a sus 45 años, no solo será recordado por su habilidad musical, sino también por su carácter amable y genuino.
El alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, uno de los primeros en llegar al lugar, expresó su gratitud hacia Tirso por su amor hacia la ciudad, a pesar de no ser oriundo de ella. De hecho, llevaba más de diez años viviendo en Cali. “Tirso se estableció en Cali alrededor del 2007, viviendo en barrios humildes y promoviendo la salsa timba. Estuvo muy vinculado con las comunidades locales y apoyó proyectos musicales para jóvenes. Además, compuso una hermosa canción dedicada a Cali”, añadió el alcalde.
Tirso Duarte se involucró en varios proyectos sociales, buscando llevar su música a las zonas más desfavorecidas, en particular al Distrito de Aguablanca en Cali.
El legado de este maestro, instructor y compositor perdurará a través de sus temas, y su esencia seguirá viva gracias a su generoso espíritu.
Según su representante, se decidirá en privado si se procederá a la repatriación del cuerpo, dependiendo de los deseos de su familia.