La provincia de Granma, en la zona oriental del país, se encuentra en medio de una devastadora situación tras las torrenciales lluvias de los últimos días. Las autoridades han anunciado que entregarán alimentos como raspadura, mermelada, sal y tamales a los damnificados. Sin embargo, las acciones emprendidas por el Gobierno para hacer frente a esta tragedia han generado críticas y dudas sobre su efectividad y respuesta oportuna.
Los números revelan la magnitud de la tragedia: 237 viviendas afectadas, incluyendo 49 derrumbes totales y 22 parciales, además de 25 edificaciones sin techo. Aunque se están llevando a cabo evaluaciones de los daños, ya se han contabilizado 1.055 afectaciones menores, entre las cuales se incluyen los destrozos ocasionados a los inmuebles en construcción, las carreteras y otras estructuras públicas.
Ante cualquier demora en la recuperación, el gobierno local se escuda en que «el proceso de recuperación tiene sus momentos», por lo que advierte a la población que no espere mejoras a corto plazo. Aunque se menciona la disponibilidad de cemento y tejas de zinc para los damnificados, no se han proporcionado detalles sobre cómo y dónde se llevará a cabo la entrega, ni si los afectados tendrán que encargarse de la mano de obra.
La unidad empresarial de la Industria Alimentaria de Niquero ha prometido suministrar alimentos a la provincia, pero se trata de productos «ligeros» y algunas conservas. La lista de alimentos es mínima e incluye elementos como mermelada de mango, puré de tomate, sal condimentada, condimentos, raspadura y tamales. Estos alimentos, en principio, solo se distribuirán en las localidades de Aguacate y El Aeropuerto, las cuales quedaron aisladas debido a las inundaciones y han recibido suministros por vía marítima.
En Bartolomé Masó, las empresas estatales también prometen brindar ayuda a los lugares más afectados, pero sus posibilidades son limitadas. Solo pueden ofrecer puré, sofrito y licores, pero no los alimentos más necesarios como carnes, arroz o frijoles. Incluso la disponibilidad de mermelada dependerá de la capacidad de envase y de si cuentan con azúcar en el momento de la producción.
La agricultura también ha sido fuertemente golpeada, con unas 600 hectáreas de arroz arruinadas por las lluvias. Los campesinos están luchando por drenar el agua para realizar una «recolección rápida del grano». Otros cultivos, como el maíz y el girasol, también han sido devastados.
La ganadería no se ha escapado de los estragos de la tragedia. Las vacas no están cumpliendo con la meta diaria de producción de leche de 4.000 litros debido a las dificultades que han enfrentado durante la evacuación.
En cuanto al suministro de pan, se menciona que en la provincia se está «experimentando» con productos «extensores» como el maíz y la calabaza, pero los altos costos de esta última están limitando la producción. El transporte de materias primas también ha sido un gran problema debido a la inutilización de las carreteras, y se ha recurrido al «transporte mular» como solución.
Los técnicos de las empresas Etecsa y de la Unión Eléctrica están trabajando arduamente para reparar 375 kilómetros de carreteras dañadas y siete puentes, incluyendo dos para trenes y cuatro de terraplén.
La lista de objetos perdidos por los damnificados es extensa e incluye colchones, refrigeradores, televisores, ventiladores, kits de cocina e higiene, módulos de alimentos, depósitos de agua, juegos de sábanas y colchas. Las autoridades prometen reponer estos artículos en la medida de sus posibilidades.
Además de los daños materiales, se estima que se han perdido 1.175 hectáreas de cultivos y 302 toneladas de alimentos como plátano, yuca, boniato, maíz, frijol y hortalizas. Sin embargo, la prensa oficial destaca como un «éxito» el hecho de que los embalses estén al cien por ciento de su capacidad, con un total de 118 millones de metros cúbicos de agua.
La respuesta del Gobierno a esta tragedia ha generado críticas y cuestionamientos sobre su efectividad y capacidad para brindar una respuesta adecuada a las necesidades de la población afectada. Si bien se están realizando esfuerzos para proporcionar alimentos y ayuda, las limitaciones en la disponibilidad y distribución de productos básicos esenciales plantean serias dudas sobre la capacidad del Gobierno para afrontar esta situación de manera efectiva. La falta de claridad en los planes de entrega y la incertidumbre sobre quién asumirá los costos de la reconstrucción también generan preocupación entre los damnificados.