Félix Navarro, uno de los rostros más reconocidos de la disidencia pacífica en Cuba, fue arrestado otra vez este martes, apenas tres meses después de haber salido de prisión bajo libertad condicional. Esta vuelta a las rejas llega justo en un momento en que muchos pensaban que los acuerdos diplomáticos y las mediaciones del Vaticano podían abrir una nueva etapa.
Pero no. Al amanecer en Perico, Matanzas, la Seguridad del Estado apareció con todo el arsenal. Desde temprano cercaron su casa, cortaron el Internet no solo a Navarro sino también a otros activistas de la zona, y cerca de las seis de la mañana, tres agentes —que ni su familia conocía— entraron sin muchas palabras y se lo llevaron. Hasta ahora, no se sabe a ciencia cierta adónde.
Iván Hernández Carrillo, activista y viejo compañero de lucha, fue quien encendió las alarmas en redes sociales. A través de su cuenta en X (antes Twitter), denunció lo ocurrido y criticó el operativo por su violencia y por la opacidad total con que se llevó a cabo. Desde Miami, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) también alzó la voz y exigió el fin de estas tácticas represivas contra quienes piensan diferente.
¿La excusa oficial? “Incumplimientos”
Como siempre, el gobierno no tardó en sacar su versión. Según el medio oficialista Razones de Cuba, Navarro habría violado varias veces las condiciones impuestas por el tribunal cuando fue excarcelado en enero de 2025. Específicamente, dicen que salió de su municipio sin autorización hasta en siete ocasiones, lo cual, según la letra del artículo 135 del Reglamento de la Ley de Ejecución Penal, es motivo suficiente para volverlo a encerrar.
La vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular, Maricela Sosa Ravelo, fue quien confirmó que la Sala Tercera del Tribunal Provincial de Matanzas ordenó que Navarro regrese a prisión para terminar de cumplir los cinco años y dos meses que le quedan de su condena original, impuesta por desorden público, desacato y atentado.
No fue el único. También José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), recibió el mismo tratamiento: revocación de la libertad condicional y nuevo arresto, bajo argumentos similares.
No es solo legalismo: es represión al desnudo
Lo que está pasando con Navarro no es un caso aislado ni un simple tecnicismo judicial. Estamos hablando de un hombre de 72 años que lleva más de dos décadas comprometido con la lucha cívica por los derechos humanos en Cuba. Fue uno de los famosos 75 encarcelados durante la Primavera Negra de 2003, y desde su liberación en 2011, no ha dejado de denunciar abusos ni de acompañar a las víctimas del régimen.
En estos meses recientes, ya en la calle nuevamente, Navarro retomó su trabajo al frente del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel, organizando ayuda a familiares de presos políticos y exponiendo violaciones de derechos básicos. Ese activismo le volvió a pasar factura.
En la práctica, el Estado cubano no ve con buenos ojos a quien alza la voz, y por eso sigue aplicando una estrategia de vigilancia constante, apagones digitales y detenciones disfrazadas de «procedimientos legales». Lo que venden como “garantías procesales” no es más que una pantalla para justificar el castigo político.
Libertad condicional: ¿derecho o trampa legal?
Aunque se amparen en el artículo 146.1 de la Ley de Ejecución Penal, lo cierto es que tanto Félix Navarro como José Daniel Ferrer ya habían cumplido sus condenas principales. La libertad condicional, en vez de representar un paso hacia la reintegración o el respeto a sus derechos, se convirtió en una cuerda floja judicial tendida sobre sus cabezas.
Todo esto confirma lo que muchos han venido denunciando hace años: en Cuba, la ley no se aplica igual para todos. Cuando se trata de opositores, el reglamento penal se usa como un látigo, y las instituciones que deberían proteger al ciudadano actúan como brazo ejecutor del poder político.
Incluso el propio medio oficialista, en su intento de explicar lo sucedido, mencionó los vínculos diplomáticos del caso, aunque enseguida aclararon que «no forman parte del proceso». Pero ya eso dice bastante. El mensaje es claro: aquí no hay espacio para voces disidentes, ni siquiera cuando interviene la diplomacia internacional.
Navarro vuelve a prisión, pero su causa sigue en pie
Este nuevo encarcelamiento de Félix Navarro no es solo un golpe para él y su familia. Es un símbolo del cerco que sigue cerrándose sobre quienes sueñan con una Cuba libre, plural y democrática.
Con esta jugada, el régimen lanza otra advertencia: nadie está a salvo si decide enfrentarse al poder, aunque sea desde la paz y la palabra. Pero también, sin querer, confirma algo más: que la voz de los disidentes todavía tiene fuerza, y que la dignidad no se encierra con barrotes.