Después de varios días de angustia, por fin Ernesto Pavel Riverón fue localizado, según confirmaron sus propios familiares. El cubano, que había aterrizado en La Habana procedente de Estados Unidos, perdió el rumbo apenas tocó tierra y no dio señales hasta mucho después, dejando a su familia con el corazón en la boca.
El plan original era sencillo: Ernesto debía trasladarse del Aeropuerto Internacional José Martí hasta la provincia de Holguín. Sin embargo, algo se torció en el camino. Desde su llegada, el silencio absoluto encendió todas las alarmas entre sus seres queridos, que no sabían ni por dónde empezar a buscarlo.
La noticia de su desaparición corrió como pólvora en redes sociales, especialmente en el grupo de Facebook «Revolico Holguín», donde Liutanay La Rusa pidió desesperadamente ayuda para encontrarlo. Más tarde, en una actualización que trajo alivio a todos, La Rusa compartió: «Gracias a todas las personas por sus buenos comentarios y esperanzas positivas. Ya apareció. Llamó a mi hija y a su madre. Se había perdido en Matanzas y no sabía cómo llegar. Ya salió para Holguín.»
En Cuba, donde los canales oficiales para reportar y buscar personas desaparecidas a veces brillan por su ausencia, las redes sociales se han convertido en la tabla de salvación para muchos. No es raro ver casos como este, donde una publicación en Facebook puede marcar la diferencia entre el desespero y la esperanza.
Aunque en esta ocasión Ernesto Pavel Riverón pudo ser encontrado sano y salvo, no hay que perder de vista que el problema de las desapariciones sigue preocupando a la gente de a pie. Recientemente, también se ha reportado el caso de Doraiky Águila, una mujer de 48 años con pérdida de memoria, desaparecida en el municipio Diez de Octubre desde mediados de marzo, de quien aún no se sabe nada.
La historia de Ernesto deja claro que, mientras no existan mecanismos oficiales más efectivos para estas situaciones, seguirán siendo las redes, el boca a boca y la solidaridad entre cubanos las armas principales para no perder la fe y encontrar a los que un día se desvanecen entre las calles de la isla.