Un grupo de cubanos que llegaron a Estados Unidos en los años 80 está viviendo ahora una pesadilla que nadie se esperaba. Muchos, con órdenes de deportación que tenían engavetadas desde hace décadas, están siendo arrestados por agentes de ICE y llevados directico al Centro de Detención Krome, en Miami-Dade.
La noticia la soltó el periodista Juan Manuel Cao en AméricaTeVe, durante una entrevista con el abogado de inmigración Ángel Leal, que no anduvo con rodeos a la hora de explicar lo seria que es la situación.
«Estas personas llevan toda una vida aquí, y al ser deportadas a Cuba, podrían enfrentarse a peligros bien serios», advirtió Leal. Según él, dependiendo de en qué hayan trabajado, qué cosas hayan dicho en público o qué tanto activismo político tengan en su historial, podrían ser arrestados apenas bajen del avión en La Habana.
Pero la cosa no queda ahí. Leal también explicó que muchos de estos cubanos serían vistos por el régimen como «fuentes de información valiosa», y que no sería raro que los sometieran a interrogatorios intensos buscando saber qué hacían o con quién se relacionaban en suelo americano.
Y como si fuera poco, deportarlos significa también perder el Seguro Social, algo bien duro para gente que se ha fajado trabajando durante décadas en Estados Unidos, creyendo que tendrían una vejez tranquila.
¿Por qué estos cubanos no se legalizaron antes?
Mucha gente en redes no sale del asombro: «¿Cómo es posible que después de tanto tiempo no hayan arreglado papeles?», preguntaba un usuario. Pero no es tan sencillo como parece.
Durante el éxodo del Mariel y otras salidas masivas de los 80, muchos cubanos llegaron a EE.UU. en situaciones complicadas. Algunos cometieron delitos que, según la ley, los inhabilitaban automáticamente para obtener residencia o ciudadanía. Otros simplemente quedaron atrapados en un limbo: ni podían legalizarse ni podían ser deportados, porque el régimen cubano no aceptaba deportaciones.
Ahora, con las nuevas deportaciones en marcha, todas esas órdenes olvidadas están saliendo a flote. Y así, gente que lleva más de 40 años construyendo su vida en este país, podría ser enviada a una isla que ya ni reconocen.
Estados Unidos se desentiende una vez deportados
Ángel Leal fue clarito: una vez que el deportado pisa suelo cubano, el gobierno de EE.UU. se lava las manos. Ellos solo se encargan de que los papeles estén en orden y de montar a la persona en el avión. Lo que pase después ya no es asunto suyo.
Así, los deportados quedan a merced del régimen, sin apoyo, sin protección, y con un futuro más incierto que nunca. Muchos podrían enfrentar represalias, persecuciones y violaciones de sus derechos humanos en una tierra que dejaron atrás hace décadas y que ahora les resulta casi extraña.
Esta nueva ola de deportaciones revive un drama humano que duele: personas que hicieron de Estados Unidos su hogar, ahora ven cómo de un plumazo pueden ser arrancadas de todo lo que conocen para ser lanzadas a un país lleno de riesgos y amenazas.