En El Cobre, Santiago de Cuba, la paciencia se acabó. Cansados de esperar a que la policía hiciera su trabajo, unos vecinos del reparto Guamuta tomaron cartas en el asunto: capturaron a un presunto ladrón que intentaba meterse en una vivienda… ¡y lo amarraron a un poste con una soga como en el viejo oeste!
Según contaron los residentes, el hombre fue atrapado «con las manos en la masa» mientras intentaba robar. Como la policía brillaba por su ausencia, los vecinos no se lo pensaron dos veces y lo inmovilizaron allí mismo, para que no se escapara antes de que llegaran los agentes. Uno de los testigos fue claro: «Aunque veas al policía que lo lleva, no fue capturado por ellos, sino por nosotros». El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada compartió el video en sus redes y, como era de esperar, no tardó en hacerse viral.
Lo más increíble de todo es que cuando finalmente apareció la policía —después de horas de espera—, ni siquiera llevaron esposas. Simplemente agarraron al sospechoso ¡con la misma cuerda que le habían puesto los vecinos! Así, como quien pasea a un perro, se lo llevaron, dejando a todos con la amarga sensación de estar completamente desamparados.
Hasta ahora no se ha revelado la identidad del presunto ladrón, pero algunas fuentes del barrio comentaron que llevaba un carné de identidad del reparto Agüero, en Santiago de Cuba. Mientras tanto, en el reparto Guamuta, la conversación sigue siendo la misma: la inseguridad no para de crecer y la policía parece cada vez más un adorno que otra cosa.
Lo más preocupante es que esto no es un caso aislado. Escenas parecidas están pasando por toda Cuba. Cada vez es más común ver cómo los propios vecinos tienen que capturar a los ladrones, porque esperar a las autoridades es como esperar a que llueva en agosto. Ya hemos visto casos en Santiago, La Habana y Manzanillo, donde los ciudadanos, hartos, deciden actuar por su cuenta.
En abril, por ejemplo, un grupo de vecinos en Santiago también atrapó a un joven ladrón; en La Habana, otro grupo logró detener a un hombre dentro de una casa antes de que lograra huir; y en Manzanillo, los vecinos hasta golpearon al sospechoso antes de entregarlo. Todo esto apunta a una realidad triste: la gente ya no confía en la protección oficial y ha optado por tomar la justicia en sus propias manos.
Lo que estamos viendo en Cuba es preocupante: una mezcla explosiva de frustración, inseguridad y abandono. Y cuando la ciudadanía tiene que convertirse en su propia policía, ya sabemos que las consecuencias pueden ser peligrosas para todos.
