Lo que pasó en Guisa, en la provincia de Granma, no tiene nombre. Una familia, en medio del dolor por la pérdida de un ser querido, tuvo que improvisar el traslado del difunto… ¡en un vehículo de Flora y Fauna! Sí, como lo lees, porque no había ni siquiera un carro fúnebre disponible en todo el municipio. Una escena que da vergüenza ajena.
La denuncia la hizo Mely Parra a través de su cuenta de Facebook, y de inmediato encendió la indignación popular. Las fotos hablan por sí solas: un traslado improvisado, sin el más mínimo respeto que merece un acto tan solemne como despedir a un ser querido.
“¡A lo que hemos llegado!”, escribió Parra, dejando ver la impotencia, el dolor y la rabia. Porque no es solo la tristeza de perder a un familiar, es también la humillación de no poder darle una despedida digna. «Causa vergüenza, impotencia y pena ver esto», agregó, reflejando el sentir de muchos cubanos que vieron las imágenes.
Mely Parra también aprovechó para soltar su frustración acumulada: “Nuestro municipio cada día está peor”, lamentó. La falta de servicios básicos ya no es noticia, pero ver que ni siquiera hay un carro fúnebre para los muertos, sobrepasa cualquier límite.
Y lo peor es que este no es un caso aislado. Recientemente el periódico oficialista Invasor reconoció que en Ciego de Ávila los servicios funerarios están en crisis total: carros fúnebres que no aparecen, ataúdes de mala calidad, funerarias y cementerios cayéndose a pedazos. Y si ellos mismos lo admiten, imagina cómo estará la realidad.
En esa provincia, de los 19 carros fúnebres que había, apenas funcionan ocho. Los demás están fuera de servicio por roturas o a punto de ser dados de baja. Y en lugares como Baraguá o Venezuela, ya no queda ni uno solo operativo, obligando a traer transporte de otros municipios. ¡Un desastre!
Todo esto se debe, entre otras cosas, a la escasez de piezas de repuesto y a la falta de mantenimiento. Pero, como siempre, el pueblo es quien paga las consecuencias, incluso en el último adiós a sus seres queridos.
Lo que pasó en Guisa es una muestra brutal de cómo la crisis en Cuba ya ni respeta a los muertos. «Ojalá algún día mi Cuba pueda cambiar», dijo Mely Parra. Y con toda razón. Porque no se trata solo de transporte: se trata de dignidad, de respeto, de humanidad.