Cuba y Rusia volvieron a sellar otro pacto, esta vez bajo la sombrilla de la cultura, pero con un guiño bien claro a la sobrevivencia política. Este sábado, ambos gobiernos firmaron un acuerdo para darle vida a proyectos conjuntos de animación, apostando por revivir los clásicos «muñequitos» que alguna vez alegraron las pantallas de La Habana y Moscú.
La noticia salió a relucir en Facebook, donde Alexis Triana, presidente del ICAIC, no escondió su entusiasmo, llamándolo un “acuerdo de trabajo trascendental” entre los estudios de animación cubanos y el gigante ruso Soyuzmultfilm.
Triana no perdió tiempo en agradecerle a Boris Mashkovtsev, director de Soyuzmultfilm, y al Ministerio de Cultura ruso, recordando que este estudio, fundado en 1936, fue rescatado hace unos años para seguir llevando arte y cultura a los pueblos amigos. «Esto es un paso grande pa’ nuestros artistas», dejó entrever en su mensaje.
Dentro de los primeros pasos tras el convenio, se espera que los creadores rusos pongan pie en La Habana para el 9no Festival de Cine de Verano, donde se revivirá el evento Cuba Anima. Y los cubanos, por su parte, tienen boleto asegurado para el Festival de Cine Animado en Moscú, que se celebrará a finales de octubre. Además, ya se cocina la idea de montar proyectos conjuntos de animación en el futuro.
Mientras el cubano de a pie lucha con la escasez y una crisis económica que no da tregua, el gobierno apuesta por los «muñequitos» como parte de su estrategia cultural… y política. No es un secreto que La Habana sigue apretándose más al Kremlin cada vez que puede.
Según medios oficialistas como Cubadebate, este acuerdo es pura “muestra del interés mutuo” entre ambos países para estrechar aún más los lazos culturales. Pero lo cierto es que, más allá de los coloridos dibujos animados, la dependencia de Cuba hacia Rusia va tomando cuerpo en todas las áreas.
En los últimos meses, los dos gobiernos han amarrado acuerdos estratégicos que abarcan desde el comercio hasta el transporte, siempre buscando una bocanada de aire fresco en medio del desespero económico cubano. Entre ellos, destacan iniciativas como el impulso al uso del rublo en los negocios bilaterales, promovido por el Banco de Rusia y la corporación Rostec, como parte de un plan para zafarse del dólar estadounidense.
Y no para ahí la cosa. La colaboración también toca la educación y la infraestructura. Ya se inauguró en Cuba la primera filial de una universidad rusa, y los taxis Moskvitch empezaron a rodar en las calles de la isla, como parte de los nuevos acuerdos de transporte.
En el plano militar, la alianza sube de tono: cadetes cubanos viajarán a Rusia para formarse en una de sus academias, reforzando todavía más los lazos militares entre ambos países.
La firma de este acuerdo para proyectos de animación no es solo una historia de muñequitos. Es otro eslabón más en la cadena de dependencia que ata a La Habana y Moscú, en un momento donde, como dice el cubano, «la cosa está más dura que el boniato sin manteca».