Carlos Yuniel Valle apenas podía con el alma cuando decidió encender la cámara. Su esposa, Heydi Sánchez Tejeda, había sido deportada ese mismo día, dejando atrás a su hijita de solo un año y a un esposo destrozado. “Voy a hacer este video sin ganas, sin aliento, sin ánimo”, confesó desde el dolor más hondo. Porque a veces, cuando el corazón se rompe, no queda más remedio que hablar.
La pesadilla comenzó de golpe y sin aviso. A pesar de que Heydi había cumplido con cada paso de su proceso migratorio, ese jueves fue sacada del país en un vuelo que nadie imaginaba. Carlos ni siquiera se enteró por las autoridades. Fue un amigo quien le avisó que su esposa ya estaba en La Habana.
“De nada sirvió todo lo que hicimos… al final, ICE y Trump se salieron con la suya”, dijo entre lágrimas. “Separaron a una niña de su madre, mataron en vida a una madre, a un padre y al futuro de una niña”.
Una madre que lo hizo todo bien
Heydi no era una fugitiva. Tampoco una persona que violó la ley. Vivía en Estados Unidos desde hacía cinco años, trabajaba, pagaba impuestos y nunca tuvo problemas con la justicia. Tenía una Orden de Supervisión (I-220B) y estaba esperando, como tantos otros, una respuesta a su solicitud de regularización.
Fue el 22 de abril cuando todo cambió. Aunque su cita con inmigración estaba originalmente pautada para el 30, se la adelantaron de manera sorpresiva al martes anterior. Ella, su esposo y su hija acudieron sin imaginar que sería una trampa.
Carlos recibió una llamada desesperada desde dentro de la oficina de ICE. Heydi, entre sollozos, le pedía que entrara a recoger a la niña. No la dejarían salir. Se la arrancaron de los brazos sin una despedida. La pequeña gritaba sin consuelo. A esa hora, comenzó una pesadilla que aún no termina.
¿Por qué la deportaron?
Carlos explicó que, según la abogada de Heydi, ICE había llegado incluso a firmar un documento para detener la deportación, conocido como “Stop”. Pero aún con ese supuesto sello aprobado, la montaron en el avión rumbo a Cuba.
Lo más indignante, según él, fue la desinformación total. “A las 12 del mediodía, cuando ella ya llevaba más de una hora en La Habana, el sistema decía que aún estaba detenida en CBP. La congresista llamó y le dijeron que ellos no sabían nada, que solo manejan las entradas, no las salidas. Un relajo total”.
Una lucha que no termina
Carlos no dejó de agradecer a los medios y personas que intentaron ayudar. “Mario Pentón, Telemundo, Univision, la congresista de Tampa… Todos se portaron increíble. Fue una pila de gente empujando conmigo, pero no se pudo. Ellos fueron más fuertes esta vez.”
Aun así, no está listo para rendirse. “Gracias a todos los que me siguen apoyando. Yo voy a seguir luchando. Ella tiene un proceso en curso y vamos a ver qué se puede hacer.”
Una familia que nació de la esperanza
Heydi y Carlos no solo son pareja legal, sino que también trajeron al mundo a su hija mediante un tratamiento de inseminación in vitro. La niña nació prematura, frágil, y aún depende de la lactancia materna. Esa conexión, ese vínculo tan íntimo, fue cortado de raíz.
La historia de Heydi tiene además un pasado de resistencia. Al llegar a EE.UU., pasó nueve meses detenida. Enferma de los riñones, estuvo al borde de regresar voluntariamente a Cuba para no morir presa. Afortunadamente, en aquel entonces logró quedarse. Pero ahora, cinco años después y cuando todo parecía estar en regla, le dieron la espalda sin contemplación.
Un caso que clama justicia
La deportación de Heydi no es un caso aislado. Otros cubanos han pasado por experiencias similares. Víctor Manuel Izquierdo Peralta, por ejemplo, fue arrestado también en Tampa durante una cita migratoria, a pesar de que tramitaba su residencia por matrimonio con una ciudadana americana. ICE le dijo que tendría que esperar… desde Cuba.
Heydi fue repatriada junto a otros 81 cubanos en un vuelo reciente. Ya suman 450 los devueltos a la isla en lo que va de año. Pero detrás de cada cifra hay una historia, un rostro, una familia rota.
Y esta, la de Heydi, es una herida abierta que habla de burocracias que no entienden de humanidad. Una historia que hoy grita por justicia, por reunificación, por sentido común. Porque nadie debería tener que ver a su hija llorar por una madre que no la abandonó… sino que fue arrancada de su lado sin razón.