Después de casi tres décadas tras las rejas, Ernesto Borges Pérez volvió a pisar su casa. El exoficial de la Contrainteligencia cubana fue liberado este 24 de abril, según anunció la activista Carolina Barrero, quien celebró el hecho como una victoria del coraje frente a la represión.
Con voz emocionada y todavía asimilando la nueva realidad, Borges declaró a Martí Noticias: «Me siento alegre, pero también un poco extraño de estar en casa después de tantos años encerrado». Y no es para menos. Pasó 27 años preso, condenado por intentar entregar a diplomáticos estadounidenses una lista de 26 agentes secretos cubanos que serían infiltrados en EE.UU. y la OTAN. Aunque nunca logró concretar su intención, le cayó encima todo el peso del sistema: primero una sentencia de muerte, luego conmutada a 30 años.
Un castigo brutal, por pensar diferente
Durante su encierro, Borges vivió lo indecible: aislamiento extremo, condiciones infrahumanas, falta de atención médica y más de dos décadas sin abrazar a su hija. Su salud se fue deteriorando hasta el punto de perder casi la vista por cataratas y padecer una hernia inguinal que nunca fue tratada.
Su padre, Raúl Borges, no se cansó de denunciar que su hijo podría quedarse ciego si seguía preso bajo esas condiciones. Y aunque según las leyes militares cubanas Borges ya debía haber salido hace mucho (por ser recluso primario), las peticiones de excarcelación humanitaria siempre fueron ignoradas.
En 2012, incluso el fallecido cardenal Jaime Ortega intercedió por él, pero Raúl Castro —como si el asunto fuera cosa de otro mundo— se desentendió diciendo que “los militares son cosa de él”. Un gesto que evidenció el desinterés por los derechos humanos cuando se trata de quienes un día fueron parte del sistema, pero se atrevieron a cuestionarlo.
Una voz que no se apaga
Ya en libertad, Ernesto no se mordió la lengua: «Ojalá el Gobierno escuchara al pueblo cubano y entendiera la necesidad de dialogar con quienes piensan diferente», dijo. También pidió una transición pacífica, donde el bienestar de la gente esté por encima de intereses personales o ideológicos.
Para Carolina Barrero, la excarcelación de Borges es una señal de esperanza, pero también un llamado a quienes aún forman parte de las fuerzas represivas del régimen: “Que lo vean como ejemplo de valentía y verdad frente a una tiranía que los usa y los desprecia como al resto del pueblo”.
Una libertad con condiciones inciertas
Aún no está claro bajo qué términos Borges fue liberado. Lo que sí se sabe es que en 2020 tuvo su primer pase tras 22 años, pero con la boca sellada: le prohibieron hablar públicamente. Y en 2021, después de haber estado bajo mínima severidad, lo devolvieron a máxima solo por hacer más llamadas de las permitidas. Según su padre, eso fue pura estrategia para buscar cualquier excusa y quitarle beneficios.
Ahora, fuera de la cárcel pero aún bajo la sombra de un sistema que no perdona la disidencia interna, queda la pregunta de si realmente Borges será libre de hablar y vivir sin miedo.
