Desde el corazón del exilio cubano en Miami, el congresista Carlos Giménez volvió a apretar el acelerador contra el gobierno de La Habana, y esta vez lo hizo pidiendo que se cierren los cielos y se congelen los envíos de dinero entre Estados Unidos y Cuba.
En una entrevista con el periodista Mario J. Pentón, el legislador cubanoamericano soltó sin rodeos que ya le envió una carta a la Administración Trump, solicitando que se detengan todos los vuelos hacia la isla, así como las remesas que fluyen desde el norte hasta los bolsillos cubanos… o más bien, hasta los bolsillos del régimen.
“Esa plata no le llega al pueblo”, aseguró Giménez, explicando que el gobierno cubano se queda con buena parte del dinero, dejando a la gente con migajas. Para él, seguir permitiendo estos ingresos es como “darle oxígeno a un régimen que ya está agonizando”.
“El cambio en Cuba está cerca”
El congresista republicano no se anduvo con medias tintas. Cree firmemente que el régimen está tambaleando, y que este es el momento de apretar más, no de aflojar. Según sus palabras, es hora de dejar de colaborar con cualquier mecanismo que le dé respiro a la dictadura, incluyendo vuelos, remesas y cualquier tipo de ingreso que fortalezca la maquinaria del poder en La Habana.
“Lo que necesitamos es libertad, democracia y un país nuevo. Cuando eso llegue, las cosas en Cuba van a cambiar de verdad”, dijo, confiado en que cortar el flujo económico podría acelerar ese proceso.
Más allá de los vuelos: la caza de represores
Pero Giménez no se quedó ahí. También insistió en un punto que ha venido martillando desde hace meses: la deportación de represores del régimen cubano que lograron colarse en Estados Unidos. Según él, ya hay una lista de más de 100 personas vinculadas a violaciones de derechos humanos en la isla que ahora viven tranquilamente en territorio estadounidense.
“Si mintieron en sus papeles, si falsificaron documentos o dijeron mentiras para entrar, hay que sacarlos”, expresó con tono firme.
Explotación médica bajo la lupa
Otro frente que quiere atacar es el del negocio de las llamadas misiones médicas cubanas. Giménez propone que se sancione a los países que contraten a estos profesionales a través del régimen, sin pagarles directamente. Para él, esto no es cooperación médica, sino una forma moderna de esclavitud laboral.
“No soy enemigo de Cuba, pero sí lo soy del régimen”
En un momento emotivo de la entrevista, el congresista recordó sus orígenes: “Yo nací en Cuba. Mis raíces son cubanas. Amo a mi país”, afirmó. Pero dejó bien claro que ese amor no le impide señalar lo que considera injusto. “Voy a hacer todo lo que pueda para que ese gobierno se termine. Es mi deber”, concluyó.
Con estas declaraciones, Carlos Giménez refuerza su imagen como uno de los rostros más duros del Congreso contra el gobierno cubano, y deja claro que no piensa bajar la guardia mientras en la isla no haya libertad para todos.