La cantante e influencer cubana Amanda Sanz está viviendo su propia versión del «glow up», y lo está documentando todo con total honestidad. A solo 18 días de haberse hecho una cirugía estética en Miami, la joven se plantó frente al espejo, con vestido negro ajustadito y sin una gota de timidez, para mostrar cómo va quedando su nueva figura. “Todavía inflamada y llena de accesorios”, escribió, como quien se ríe del proceso pero igual se siente regia.
Las fotos, compartidas desde la misma clínica donde fue operada, dejan claro que Amanda no está jugando: cintura más marcada, glúteos más redondeados y un escote que salta a la vista. Todo sin exageraciones ni retoques digitales. Se le ve tranquila, confiada y, sobre todo, feliz con esta nueva etapa que ha decidido compartir paso a paso con su comunidad.
Y no es solo que esté subiendo fotos. Unos días antes, Amanda ya había soltado pistas de su transformación con un video donde canta relajadamente. Cabello suelto, maquillaje suave y ese brillito post-cirugía que muchos notaron al instante. En los comentarios, sus seguidores no se aguantaron: “Te ves bellísima, un espectáculo de cirugía”, “Oyeeee y esos cocos” o “Tienes un brillo increíble”, fueron solo algunas de las reacciones.
¿Y qué se hizo exactamente? Amanda se sometió a una lipoescultura 360 con transferencia de grasa a caderas y glúteos, además de un aumento de senos. Un combo estético que muchas mujeres buscan, pero que no todas se atreven a mostrar públicamente mientras aún están en proceso de recuperación. Ahí es donde Amanda marca la diferencia.
Más allá de la cirugía, hay algo que muchos destacan en sus últimas publicaciones: esa seguridad que transmite. Ya no se trata solo de verse bien, sino de sentirse bien en su piel, y eso se nota. Lo está viviendo sin filtros y sin miedo al qué dirán.
Con esta transformación, Amanda no solo está en boca de todos otra vez, sino que se ha convertido en símbolo de empoderamiento, autocuidado y autenticidad. No es solo una figura renovada, es una mujer que ha decidido mostrarse tal cual es: en plena evolución y sin pedir permiso.