La historia de Melody González Pedraza, quien hasta hace poco dictaba sentencias desde el estrado en Villa Clara, ahora se desenvuelve entre rejas en Florida. De impartir justicia en Encrucijada pasó a esperar que la justicia estadounidense decida si será deportada o se quedará a rehacer su vida.
González, conocida por condenar a cuatro jóvenes acusados de lanzar cócteles molotov, llegó a EE.UU. en 2023 bajo el programa de parole humanitario. Pero su pasado no tardó en alcanzarla: familiares de opositores y organizaciones de derechos humanos la incluyeron en una lista negra de represores, y desde entonces se encuentra detenida en el Broward Transitional Center.
Un juicio que levanta pasiones
Este martes comenzó la audiencia final de su caso. Allí, su defensa se presentó con documentos y testigos intentando demostrar que González no actuó por ideología política, sino bajo presión. Pero la otra cara de la moneda se dejó sentir con fuerza.
El abogado Santiago Alpízar, quien acompaña el proceso y representa a las víctimas, no se anduvo con rodeos. Aseguró que la exjueza formó parte del engranaje represivo del régimen cubano. Recordó que en el caso de los jóvenes sancionados, algunos ni siquiera estaban en el lugar de los hechos. Uno de ellos, según testimonio, se encontraba en una escampavía de la Guardia Costera de EE.UU. en ese momento.
Sentencias solitarias y lenguaje de partido
Otro detalle estremecedor salió a la luz durante la audiencia. Las otras dos juezas del tribunal firmaron declaraciones juradas afirmando que no participaron en la deliberación ni estuvieron de acuerdo con la condena. En resumen, fue González quien cargó con todo, y al parecer, lo hizo con entusiasmo.
Para muchos, esto no fue un acto aislado. Samuel Rodríguez, quien testificó en nombre del pueblo de Encrucijada, acusó a la exjueza de usar un lenguaje ideológicamente cargado en sus fallos, actuando como una pieza más del Partido Comunista.
Según Alpízar, las propias sentencias de González hablan por ella, reflejando una convicción alineada con el discurso del régimen. Y para rematar, Mario J. Pentón recordó que salió de Cuba aún en funciones oficiales, algo que, según él, solo ocurre con permiso “de arriba”.
¿Una enviada del sistema?
Alpízar incluso fue más allá y sugirió que el régimen podría estar usando el caso de González como una especie de experimento, para poner a prueba los mecanismos del sistema migratorio estadounidense, enviando figuras leales con el objetivo de infiltrarse o ganar influencia.
Como si fuera poco, uno de los jóvenes que ella condenó tenía aprobado el parole, pero fue apresado justo antes de poder salir del país. Y sus familiares, allá en Cuba, todavía sienten el peso de la represión sobre sus espaldas.
¿Remordimiento real o estrategia legal?
Melody ha dicho públicamente que se arrepiente de sus decisiones como jueza y que actuó bajo presiones del sistema judicial cubano. Pero Alpízar, al igual que muchos en la comunidad cubana en el exilio, pone en duda esas lágrimas. ¿Es arrepentimiento sincero o un recurso para evitar ser devuelta a la isla?
La segunda parte de la audiencia está programada para el 8 de mayo, donde la exjueza podrá interrogar testigos y aportar nuevas pruebas. El juez podría emitir su decisión ese mismo día o tomarse un poco más de tiempo.
Como explicó Alpízar: “Aquí no es el gobierno quien debe probar nada. Es la solicitante quien tiene que convencer, con pruebas claras y contundentes, que merece quedarse.”
Mientras tanto, la comunidad cubana en el exilio sigue dividida, entre quienes exigen su deportación por su papel como “represora”, y quienes creen que todo el mundo merece una segunda oportunidad… si de verdad ha cambiado.
