Pinar del Río vuelve a estar en el centro de la atención, y no precisamente por buenas noticias. El fuego se ha soltado sin control en varios puntos de la provincia, y aunque se han logrado contener algunos focos, las llamas siguen arrasando bosques como si nada.
Hasta ahora, solo cuatro de los siete incendios activos han podido ser controlados, mientras que los otros siguen dando tremenda guerra, sobre todo por culpa de la sequía infernal y los vientos que no aflojan ni un segundo. Según reportes del Cuerpo de Guardabosques a Radio Guamá, uno de los focos más peligrosos está en Minas de Matahambre, en la zona conocida como Arenal. Allí, ya van más de 200 hectáreas calcinadas, y la situación no pinta nada bien.
Y por si fuera poco, los incendios siguen brotando como hongos. El mismo medio informó en sus redes sociales que en Consolación del Sur también se reportaron nuevos focos en Piloto y El Chorrito, lo que complica muchísimo las labores de contención.
A pesar de la magnitud del desastre, las autoridades aseguran que no hay daños a la población civil, al menos por ahora. En Mantua, por ejemplo, han logrado mantener las llamas lejos de las comunidades, aunque el susto no ha sido poco.
La combinación de más de 90 días sin una gota de agua y vientos de hasta 45 km/h tiene los bosques en estado de emergencia. La zona de La Vigía, en San Juan y Martínez, ha sido una de las más afectadas. Según Tele Pinar, allí el fuego ha devorado más de 300 hectáreas de pinos, en el que se considera el incendio más complicado del año en todo el país. El terreno difícil, sumado al calorazo y los vientos cruzados, lo han convertido en una pesadilla para los equipos de emergencia.
Ante este panorama tan caliente, las autoridades han hecho un llamado urgente a la conciencia ciudadana. Se pide, con toda la seriedad del mundo, evitar prácticas peligrosas como hacer quemas agrícolas sin supervisión, tirar colillas de cigarros encendidas en el monte, andar de cacería en zonas forestales o circular con vehículos que no tengan matachispas. Todo eso puede ser la chispa que encienda otra tragedia ambiental.
