En Santiago de Cuba, las autoridades no están dando tregua en la lucha contra el tráfico de drogas, y la más reciente sentencia en el Tribunal Provincial lo deja clarito: el que se meta en eso, lo paga caro. Esta vez le tocó a un joven de 28 años, oriundo de Baire, que fue enjuiciado por comercializar marihuana y “el químico”, una mezcla peligrosa que anda haciendo estragos en varias zonas del país.
Durante meses, este muchacho fue el blanco de una investigación seria por parte de la Unidad Antidroga, que lo tenía más que fichado. Entre marzo y julio de 2024, le siguieron la pista como si fuera una sombra. Y justo el primero de julio, cuando viajaba en un ómnibus desde Palma Soriano hacia Contramaestre, le cayó la ley. Lo pararon y le encontraron dos “bombones” sospechosos: uno con marihuana (3.56 gramos) y otro con 1.83 gramos de “el químico”.
Ese fue el punto final de su juego. El tribunal no se anduvo con vueltas y le metió nueve años tras las rejas, aplicando el artículo 235.1 inciso a) del Código Penal. Este delito tiene un rango de castigo de entre cuatro y diez años, así que le fue pesado el asunto.
Lo que más pesó en su contra fue que, durante la investigación, quedó demostrado que no era un simple consumidor, sino que estaba metido de lleno en el negocio de la venta. Tenía su zona de acción bien marcada en los Consejos Populares de Baire, Maffo y Lumumba, en Contramaestre. Y por si fuera poco, se relacionaba con gente vinculada al cultivo y distribución de marihuana, lo cual agravó aún más su situación.
Además del tiempo en prisión, el tribunal le impuso sanciones accesorias bien duras: le quitaron el derecho de salir del país, le decomisaron la droga incautada y también el dinero que obtuvo con esas ventas. En resumen, le cerraron el negocio por completo.