Esta semana, La Habana ha sido escenario de un fuerte sacudón policial. Un megaoperativo antidrogas sacudió varios municipios de la capital, dejando un reguero de arrestos y decomisos que han dado de qué hablar en redes sociales. Las imágenes y los relatos corren como pólvora en los perfiles oficialistas, que no han perdido la oportunidad de documentarlo todo, desde los registros hasta los rostros de los detenidos.
La acción se sintió con fuerza en zonas como Marianao, Habana del Este, Guanabacoa, Arroyo Naranjo, Cerro, Boyeros y hasta en los callejones de La Habana Vieja. La estrategia fue clara: caer de sorpresa, sin dar chance a esconder nada. En medio de esas redadas, cayeron drogas, billetes, y todo tipo de artículos relacionados con el negocio del “Kimico”, como le dicen al papelito en la jerga popular.
El barrio habló y la policía actuó
Uno de los momentos más comentados ocurrió en La Ceiba, en Guanabacoa, donde un supuesto vendedor de drogas fue sorprendido en su casa. Vecinos aseguran que fue todo de pronto: la calle Independencia se llenó de patrullas y oficiales, que entraron directo a un pasillo y se llevaron al hombre junto con su mercancía y dinero en efectivo.
Según los mismos testigos, este personaje ya había tenido problemas con la ley por lo mismo allá por el 2000, así que no era nuevo en ese juego. Ahora, parece que el pasado lo alcanzó otra vez.
Y la cosa no quedó ahí. En La Coronela, municipio La Lisa, otro presunto traficante fue detenido en su vivienda, tras denuncias anónimas de los propios vecinos, que alertaron sobre movimientos raros. La historia se repite: droga, billetes, y una patrulla que no tocó timbre.
Colaboración del pueblo, clave para frenar el negocio sucio
Las autoridades han sido claras: sin la ayuda del pueblo, no hay forma de ganar esta pelea. Por eso, llaman a no quedarse callado si se sospecha de alguien en el negocio de las drogas. “La voz del pueblo puede ser el primer paso para limpiar las calles”, dicen desde los pasillos del poder.
Una jueza del Tribunal Supremo explicó que, aunque los operativos son necesarios, lo más complicado viene después: probar los delitos y lograr que los culpables no se escapen por un vacío legal. Por eso, todo depende de la calidad de las pruebas recogidas durante los registros.
Aunque estos operativos se han hecho más visibles en los últimos tiempos, muchos cubanos siguen pidiendo más contundencia y menos tolerancia. Porque mientras algunos se buscan la vida con una jaba de pan o una bicicleta eléctrica, otros andan en el submundo del Kimico, y la gente ya está cansada de ver cómo se pudre el barrio por culpa de eso.