Ni la madrugada da tregua en La Habana. Mientras casi todo el mundo dormía, el ómnibus 5248 de la ruta 37 fue víctima de otro ataque a pedradas en pleno recorrido de “confronta”, allá por el reparto Santos Suárez. Aunque por suerte no hubo lesionados, los daños al vehículo son de los que duelen, sobre todo en medio de la crisis eterna del transporte público en Cuba.
La denuncia llegó a través de Transportación Habana TH, en Facebook, donde no se anduvieron con rodeos al condenar lo ocurrido. “Esto no puede seguir pasando”, advirtieron, dejando claro que cada acto de vandalismo es un golpe directo al pueblo que necesita moverse como pueda en esta ciudad cada vez más inmóvil.
Ómnibus fuera de circulación y rabia en las redes
El mismo perfil explicó que los daños dejaron al 5248 fuera de combate. Este carro era uno de los pocos que daba servicio fijo a las rutas 37 y A-18, y ahora ni eso. Según la publicación, lo ocurrido “no es solo un inconveniente, es un desastre que nos afecta a todos”.
Y con razón. Ya van demasiados casos similares. Las piedras, las agresiones y el descontrol parecen ser parte del menú diario. La publicación también apuntó a problemas sociales más profundos, como la influencia de las drogas y la desesperación que se vive en muchas calles de la capital. «Hay que ponerle un alto a esto, antes de que nos dejen sin transporte», reclamaron con urgencia.
“Es desgarrador”, dice el mensaje, ver cómo unos pocos sabotean lo poco que queda en pie, mientras choferes y mecánicos hacen milagros para mantener los carros rodando, incluso con dinero de su propio bolsillo.
Una ciudad bajo tensión
Lo del 5248 no es un caso aislado. Apenas unos días antes, otro ómnibus fue apedreado mientras cubría la ruta P11 durante la madrugada, también en servicio de confronta. Y si miramos más atrás, la lista sigue creciendo: el carro 5229 de la ruta 23 fue atacado cerca del parque de Fábrica, y solo la rápida acción de la gente y la PNR permitió detener a algunos de los implicados.
En febrero, un chofer del P13 terminó con una herida en la cabeza tras ser agredido brutalmente en pleno Parque de La Fraternidad. Y en enero, un grupo de estudiantes lanzó piedras a otro ómnibus tras una bronca con el conductor.
La violencia ha subido a bordo del transporte público, y no hay freno que aguante. Cada ataque, cada piedra, representa un golpe al derecho básico de los habaneros a moverse, a llegar a su trabajo, a su casa, a su vida.
Una flota que se desmorona
Las autoridades, aunque han reconocido que el transporte está en crisis, no han logrado revertir el colapso del sistema. Entre la falta de repuestos, el combustible que no aparece y los carros rotos por todas partes, la realidad es desoladora.
Para que te hagas una idea, las cifras oficiales dicen que en La Habana hay 252 ómnibus funcionando… y 309 parados. Más de la mitad de la flota fuera de combate. Y eso sin contar los que son atacados por vándalos o caen víctimas de la desesperación callejera.
¿Hasta cuándo?
Esa es la pregunta que flota entre los comentarios de los usuarios, los choferes, los mecánicos y los pasajeros. ¿Hasta cuándo seguirá el transporte público a merced de la violencia, el descuido y la falta de recursos?
Porque más allá del daño material, cada piedra que vuela hacia un ómnibus es también una pedrada directa al corazón de una ciudad que se esfuerza por seguir andando, aunque le falten las ruedas.