Mientras el pueblo cubano sobrevive a base de inventos, apagones y resignación, Sandro Castro, nieto del difunto Fidel, se pasea por las redes sociales como si viviera en otro planeta… o en otro país. Su última “gracia” fue dejarse ver tirado sobre una montaña de cajas de cerveza Cristal, acompañado de la frase: “Lugar favorito para amanecer un lunes”. Así, como quien no sabe —o no le importa— que en Cuba hasta una cerveza se ha vuelto un lujo.
La publicación causó tremenda roncha en redes sociales. ¿Cómo es posible que en plena crisis este muchacho se burle del hambre ajena con tanta soltura? Ese fue el sentimiento general. Y es que, para muchos, Sandro no es más que el reflejo descarado de una casta que vive en su burbuja de privilegios, bien lejos de la realidad del cubano de a pie.
Uno que no se aguantó fue el usuario Edmundo Dantés Junior, que tiró su pulla en Facebook con la ironía que lo caracteriza: “Listo para el 1ro de acaparadores… Digo de mayo”. Porque claro, si cualquier emprendedor guarda cinco cajas de algo, lo acusan de especulador. Pero Sandro puede dormir encima de un almacén entero y no pasa nada.
Desde España, el médico cubano Emilio Arteaga Pérez también soltó su frustración en redes: “¿Qué más hay que hacerle a este pueblo para que reaccione?”. Sus palabras no fueron sólo por la foto, sino por todo ese estilo de vida arrogante que Sandro exhibe sin pudor. Es el nieto intocable de la Revolución, el que se ríe mientras otros lloran.
Y no es la primera vez que mete la pata. Hace apenas unos días, anunció que en su bar EFE, en La Habana, estaba regalando cervezas Cristal, porque “esa medicina no puede faltar”. Para muchos cubanos, conseguir una lata de cerveza es tan difícil como conseguir un medicamento, pero a Sandro le sobra tanto que las regala como si fueran caramelos.
Mientras tanto, el país entero se desmorona. Apagones eternos, inflación que no da tregua, gente haciendo colas desde la madrugada para poder comer… y él, tan campante, burlándose con una risita en la cara.
El pasado viernes volvió a hacer de las suyas. Esta vez fue con un video donde habla de un supuesto “modo hidropene”, una tontería que ni él sabe lo que significa, pero que soltó entre risas y gestos obscenos. Según él, es una especie de “líquido” que te vuelve loco y solo te hace pensar en lo mismo: “dar pene, pene, pene, pene…”.
La diferencia entre Sandro y cualquier otro cubano es simple: él puede decir lo que quiera, hacer lo que le dé la gana, y no le pasa absolutamente nada. Otros, por mucho menos, han terminado multados, expulsados de sus trabajos o tras las rejas.
Así va Cuba, con una élite que se da banquetes mientras el pueblo raspa el caldero vacío. Y Sandro Castro, con cada publicación, no solo demuestra su falta de empatía, sino que se ha convertido en el símbolo descarado de la impunidad revolucionaria.
