Con tono emotivo y bien personal, Raúl Castro rompió el silencio este lunes para despedir al Papa Francisco, tras conocerse la noticia de su fallecimiento a los 88 años en el Vaticano. Para el General de Ejército, el Sumo Pontífice fue mucho más que un líder religioso: fue un amigo cercano y un aliado en el camino por la paz.
En un mensaje publicado en la web oficial de la Presidencia de Cuba y en la red social X, Raúl lo calificó como un incansable defensor de la fraternidad y la concordia entre los pueblos, una figura que, según sus palabras, “luchó sin descanso por un mundo más justo y humano”.
“Descanse en paz, entrañable amigo. Su partida me duele en lo más profundo. Fue usted un hombre íntegro y coherente, que supo corresponder con cariño y nobleza la amistad que supimos construir”, expresó el líder cubano, dejando ver la conexión personal que mantenía con Francisco.
Raúl también subrayó la preocupación constante del Papa por los grandes desafíos que enfrenta la humanidad. Valoró su esfuerzo por encontrar salidas reales y sostenibles a los conflictos del mundo, un gesto que, asegura, lo marcará para siempre.
“Como me dijo una vez, lo llevaré siempre en mi corazón”, cerró su mensaje, con palabras que dejan ver una relación más allá del protocolo diplomático.
El pronunciamiento de Raúl se une al mensaje de condolencia enviado horas antes por Miguel Díaz-Canel, quien también lamentó la muerte del pontífice y destacó su cariño por el pueblo cubano. Díaz-Canel recordó con especial énfasis la visita del Papa a la isla en 2015, justo en pleno proceso de deshielo entre Cuba y Estados Unidos, una etapa que dejó huellas tanto políticas como simbólicas.
El Papa Francisco falleció en la mañana del lunes 21 de abril, en la residencia de Casa Santa Marta, en el Vaticano. La noticia fue confirmada oficialmente a las 9:45 a.m. hora de Roma, por el cardenal Kevin Farrell.
Durante su papado, Francisco mantuvo una relación cercana con las altas esferas del poder en Cuba, lo cual no estuvo exento de polémicas. Muchos críticos cuestionaron su silencio frente a la represión en la isla, mientras otros valoraron su papel en los acercamientos entre La Habana y el Vaticano, así como su mediación en momentos clave de la diplomacia internacional.
Su vínculo con Fidel, Raúl y posteriormente Díaz-Canel marcó una etapa especial en las relaciones entre el Vaticano y el gobierno cubano. Más allá de las posturas políticas, su figura dejó una huella que ahora genera reflexiones encontradas, dentro y fuera de la isla.