En pleno Centro Habana, la policía armó tremendo operativo que acabó con la detención de un hombre acusado de andar en el negocio del crack. El tipo, identificado solo como Carlos, fue sorprendido con 20 piedras de la droga, otras sustancias que no pintaban bien, un pomo de bicarbonato (sí, como lo oyes) y casi 176 mil pesos cubanos en efectivo. Todo eso en una esquina bien conocida: Estrella con Maloja, en el barrio de Los Sitios.
El perfil oficialista Héroes de azul en Cuba, que no pierde una para promocionar estos golpes, fue quien sacó el parte al aire. Según ellos, este “importante hallazgo” es parte de una campaña nacional para enfrentar el tráfico de drogas, que cada día se pone más complicado en la Isla. Compartieron fotos del operativo como para que no quede dudas: el hombre arrestado, los paquetes de droga, el dinero contado y exhibido.
“Estas acciones son para mantener nuestras calles limpias y seguras”, dijeron desde esa página, mientras le pedían a la gente que “siga apoyando a la policía” en esta cruzada. Claro, todo con el estilo del discurso oficial, pero sin mencionar el elefante en la sala: la crisis.
La realidad es que el consumo y tráfico de estupefacientes en Cuba se ha disparado. Y no es de extrañar. El hambre, el apagón, la falta de futuro… todo eso empuja a muchos a lanzarse por caminos torcidos. Aunque el protagonista del momento andaba con crack, en las calles también corre el “químico”, la yerba, y otros brebajes de laboratorio que se cuelan por todos los rincones del país.
En marzo, otro operativo en Cayo Hueso, también en Centro Habana, terminó con otro detenido. Este venía desde Cienfuegos y lo agarraron con crack listo para vender. La película se repite.
El gobierno, por su parte, insiste en su política de “tolerancia cero”. Y como parte de esa línea dura, han empezado a tirar redes más grandes. En el llamado Segundo Ejercicio Nacional contra el delito, que se hizo a finales de marzo, se hicieron 46 redadas en sitios como bares, discos, casas de renta y barrios calientes. Así lo explicó en la televisión el coronel Hugo Morales Karell, uno de los peces gordos de la PNR.
Ahí se incautaron casi 47 kilos de droga, además de plantas, semillas sintéticas, papelillos, cigarros electrónicos y fajos de dinero. Una colección bastante completa para entender el tamaño del problema.
La vicefiscal Alina Montesino Li dijo que durante esa campaña se impuso prisión provisional en el 86 % de los casos más graves, casi todos por tráfico de drogas. Y según la jueza Ileana Gómez Guerra, del Tribunal Supremo Popular, se hicieron 37 juicios “ejemplarizantes” en ocho provincias. Las condenas no se quedaron cortas: entre seis y 15 años de prisión para quienes cayeron en el “juego del polvo”.
Todo esto confirma lo que muchos sospechan desde hace tiempo: la droga ya no es un asunto lejano en Cuba, está aquí, en los barrios, corriendo entre apagones y colas del pan. Y el Estado, en vez de preguntarse por qué se expande tanto, prefiere ponerle el parche a la herida con mano dura y titulares triunfalistas. Pero el fondo del asunto sigue más vivo que nunca.
