Si hay algo que no puede faltar en una casa cubana es el buchito de café y el pan de la bodega. Pero en los últimos días, conseguir ese pancito diario se ha vuelto casi una misión imposible, sobre todo en La Habana, donde la gente está que echa humo. ¿El motivo? La crisis con el pan normado ha tocado fondo: ni llega, ni avisan, ni tiene calidad cuando aparece.
Vecinos de municipios como Guanabacoa, Regla, Boyeros y Plaza de la Revolución han levantado la voz: llevan días esperando el pan, y nada. En algunos lugares no llega, en otros lo entregan más chiquito de lo legal, y en muchos casos, aparece a horas que nadie entiende. Ya ni el pan tiene horario.
La gente está molesta, claro que sí. Porque lo que más duele no es solo la escasez, sino que nadie da la cara. Las autoridades no explican qué está pasando, y eso solo hace que la frustración suba como espuma. Los más afectados, como siempre, son los ancianos, las familias humildes y quienes dependen de la libreta para sobrevivir.
Cuando aparece… es casi mejor que no lo haga
Y si te llega a tocar un pan, no cantes victoria. Porque muchos dicen que el pan que está saliendo ahora no se lo darían ni a un perro bravo. Duro, mal horneado, con forma rara y hasta con peste a cucaracha. Así lo describen quienes han tenido la mala suerte de topar con uno. Además, el tamaño ha ido menguando a niveles ridículos. Ya no es un pan, es una sombra de lo que fue.
El pan “por la libre” tampoco da respiro
Y como si fuera poco, el “pan por la libre” también se ha puesto por las nubes. Las panaderías estatales y privadas han subido los precios, y lo poco que hay, lo revenden en bolsas plásticas sin etiquetas ni higiene. Un caos total. En redes sociales, madres desesperadas se quejan porque, en plena semana de receso escolar, no tienen qué darle a sus hijos para merendar. “Los niños están todo el día en casa y uno no tiene nada para alimentarlos”, decía una madre con el corazón en la mano.
El problema va más allá del pan
Detrás de todo esto hay una raíz clara: no hay harina. En Santiago de Cuba, admitieron que el molino Frank País está prácticamente parado por fallas técnicas y falta de trigo. Mientras tanto, en La Habana, un funcionario soltó la esperanza de que la descarga de un buque con trigo ayude a normalizar la producción. Pero claro, con el “depende del suministro eléctrico”, ya sabemos lo que eso significa: más espera.
¿Y mientras tanto? El pueblo aguanta… como siempre
Así que, mientras los barcos descargan, las turbinas giran (o no), y las autoridades piensan qué decir, millones de cubanos siguen buscando cómo sobrevivir sin uno de los alimentos más básicos. El pan, que siempre fue símbolo de lo poco pero seguro, hoy es otro recordatorio de lo mucho que falta y lo poco que alcanza.