Hay cosas que uno no espera encontrar fuera de Cuba: el olor de un pastelito, una barra de guayaba con queso o el sabor único de una buena malta. Pero una cubana en Houston vivió ese momentazo de nostalgia pura al visitar un mercado repleto de productos típicos de la isla, y lo mejor: lo compartió en redes para que todos reviviéramos esos recuerdos con ella.
“Por petición de mi santa madre vamos a estar visitando este mercado cubano”, dice al principio del video. Con esa frase, ya sabíamos que se venía la emoción fuerte. La influencer @m_a_u_r_a_ no tardó en avisar: “Si me emociono, me disculpan”, y vaya que sí lo hizo. El video, como era de esperar, se volvió viral entre cubanos en Estados Unidos que también llevan esa nostalgia cargada en el corazón… y en el estómago.
La primera parada fue la malta. ¡Ay, la malta! Esa bebida que muchos tomábamos en la secundaria, cuando costaba solo 80 centavos y te hacía sentir millonario por cinco minutos. “¡Cómo yo tomaba de esto cuando estudiaba en Miramar! Muero con ella”, soltó entre risas y ternura. Y así, con ese tonito tan cubano, fue desatando una tormenta de recuerdos en los comentarios.
Después llegaron los pastelitos orientales. “No eran mis favoritos, pero mira tú qué sonrisa me sacaron”, dijo. Porque aunque no los hayas amado, verlos de nuevo es como encontrar una postal vieja en una caja olvidada.
Pero lo mejor estaba por llegar: la barra de guayaba con queso. “Me la llevé para casa para mi guajiro, porque este antojo le encanta”, dijo mientras la mostraba como si fuera oro en barra. Y claro, cómo no, si ese dulce es patrimonio emocional de cualquier cubano decente.
Y siguieron los sapitos, los merenguitos… “Ay Dios mío, cuando ibas a la tienda a buscar el sapito… ¡y los merenguitos, se acuerdan? ¡Qué rico!”, decía ella, y no había que imaginar mucho para sentir el sabor en la boca.
Los comentarios no se hicieron esperar. “¿Dónde está ubicada?”, preguntaron como veinte personas al mismo tiempo. Otros compartieron sus propias anécdotas, como si el video hubiera abierto la compuerta de los recuerdos. Y por supuesto, no faltó el cubaneo clásico: “Sí, pero los pay no saben igual”, escribió uno. “Nada como nuestros dulces, plantea”, dijo otro.
Porque sí, señores. Ver una malta, un sapito o una barra de guayaba en el exilio no es solo una compra. Es un boleto directo al pasado, a la tiendecita del barrio, al olor del pan recién salido. Es volver a Cuba por unos minutos, sin pasaporte, sin aduana, pero con el corazón lleno.