En Cuba hay gente que corre detrás del pan… pero hay otros, como Jan Carlos Núñez García, que corren hasta Varadero y más allá. Este joven habanero de 25 años, cocinero de día y ultramaratonista de alma, se tiró 160 kilómetros entre Guanabo y Varadero, y por si fuera poco, al llegar se metió tremendo maratón. Sí, así mismo: 160 km a pie + una maratón de 42 km. ¡Cosa seria!
La hazaña tuvo lugar el pasado 29 de marzo, justo a tiempo para la VI Edición del Maratón de Varadero, donde Jan no solo llegó, sino que compitió como si no hubiera corrido medio país la noche anterior. Según contó a medios oficialistas, arrancó su travesía a las 4 de la tarde y no paró hasta tocar la arena varaderense, con el sol asomándose en el horizonte.
“Quería hacer algo grande”, confesó este gladiador de las pistas. La idea le rondaba hace tiempo, pero un día se levantó y dijo: “pa’ lante, que sí se puede”. Eligió la ruta por el litoral porque, como él mismo dijo, “me gustó, sin mucha vuelta. Lo que yo quería era completar los 160 kilómetros, eso era lo único claro”.
Pero no todo fue brisa marina y palmas.
Lo más duro vino entrando en Matanzas, cuando ya tenía más de 100 km encima y aún le faltaban unos 40 más. “Ya iba con los zapatos empapados, el cuerpo en las últimas, y sentía que cada kilómetro era eterno. Fue una tortura”, confesó sin pena.
¿Y cómo no se rajó? Fácil. Se impuso metas pequeñas: “Pensaba en llegar al próximo kilómetro, nada más. Así, poquito a poco, fui avanzando. Lloré bastante, sí, pero no de dolor, sino para soltar la presión. Eso me ayudó muchísimo.”
Un corredor con corazón y futuro.
Lo de Jan no fue solo una locura momentánea. Él tiene claro que esto es apenas el comienzo. Su gran sueño ahora es recorrer Cuba entera, de Cabo de San Antonio hasta Punta de Maisí, una hazaña que, según sus palabras, sería el “entrenamiento final” antes de lanzarse a eventos internacionales.
En esta aventura no estuvo solo. Lo acompañó su socio de equipo, July Peláez Díaz, y el mismísimo medallista olímpico Rodolfo Falcón, quien le dio una manito para mejorar la técnica y no fundirse antes de tiempo.
Este muchacho, que un día andaba entre fogones, hoy pone a Cuba en el mapa del ultramaratón. Y lo hace con alma, sudor y una voluntad que ni el sol del mediodía pudo derretir.