Este 21 de abril, el mundo amaneció con una noticia que sacudió a millones: el Papa Francisco falleció en Roma a los 88 años. Después de varias semanas enfrentando complicaciones de salud, su corazón se apagó en su residencia, aunque aún mantenía una agenda activa, incluso hasta el día antes de su partida, cuando se reunió con el vicepresidente estadounidense J.D. Vance.
Nacido como Jorge Mario Bergoglio, fue el primer papa latinoamericano y también el primero salido de la Compañía de Jesús. Desde que asumió el papado en 2013, marcó un antes y un después en el Vaticano, apostando por un estilo más cercano, humilde y comprometido con las causas sociales del planeta.
Un puente entre La Habana y Washington
Uno de los capítulos más recordados del legado de Francisco fue su papel como mediador en el histórico deshielo diplomático entre Cuba y Estados Unidos. A finales de 2014, cuando parecía que los dos países jamás se entenderían, el Papa se metió en el medio como quien media una bronca entre hermanos, y logró que Barack Obama y Raúl Castro se sentaran a hablar.
El desaparecido cardenal Jaime Ortega y Alamino, una figura clave en todo este proceso, contó en su libro Encuentro, diálogo y acuerdo que Francisco confió más en el contacto humano que en los discursos de gobiernos. El Papa, según Ortega, creía firmemente que los verdaderos acuerdos nacen del diálogo entre personas, no entre estructuras.
Fue él quien le entregó personalmente a cada presidente una carta escrita por el propio Francisco, un gesto que selló el comienzo de las conversaciones secretas que acabarían con décadas de enemistad. “Todo fue en silencio y por eso funcionó”, dijo Ortega. Y vaya si funcionó.
Un Papa con olor a Caribe
En septiembre de 2015, el Papa aterrizó en Cuba y no fue una visita cualquiera. Estuvo en La Habana, Holguín y Santiago, dio misas que repletaron plazas y se reunió con religiosos, políticos y líderes comunitarios. Su mensaje fue firme, aunque suave: pidió justicia, paz, libertad y reconciliación para el pueblo cubano, sin lanzar dardos directos al gobierno, pero dejando claro que escuchaba el clamor del pueblo.
Y cuando muchos creían que ya lo habían visto todo, Francisco volvió a poner a Cuba en el mapa en febrero de 2016, cuando protagonizó un encuentro inédito en La Habana con el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kirill. Fue la primera vez que un Papa católico y un líder ortodoxo ruso compartían una cita oficial. Un evento histórico, sin exagerar.
Relación constante con el gobierno cubano
Durante todo su pontificado, Francisco mantuvo una línea de contacto abierta con las autoridades cubanas. En 2023, Miguel Díaz-Canel viajó al Vaticano y fue recibido en una audiencia privada, en un contexto marcado por las denuncias internacionales sobre derechos humanos y el deterioro económico en la isla. No fue la primera vez que un presidente cubano visitaba al Papa: Fidel lo hizo en 1996, y Raúl, en 2015.
Ya en enero de 2025, a pocos meses de su muerte, el Papa volvió a influir en los asuntos cubanos. Esa vez, su nombre sonó tras el anuncio oficial de la excarcelación de más de 500 personas por parte del gobierno cubano. Aunque la justificación oficial hablaba de delitos comunes, muchos lo interpretaron como una muestra del impacto silencioso del Papa Francisco en las decisiones internas de la isla.