Desde el corazón del exilio, un grupo de cubanos bajo el estatus I-220A está levantando la voz. Han convocado una manifestación pacífica para el 25 de abril en Washington D.C., con el firme propósito de reclamar libertad para Cuba y exigir la liberación de los presos políticos.
La movida nace desde el Movimiento Anticomunista, liderado por el activista Víctor Castillo, quien ha lanzado un llamado al coraje y la unidad. Su mensaje es claro: “Es hora de dejar el miedo atrás y salir a luchar por lo que creemos.”
“Vamos a estar en el Capitolio desde las 9:00 a.m., en el área 10, con todos los cubanos que se quieran sumar. Por la tarde, nos moveremos hacia la Embajada de Cuba para exigir respeto a los derechos humanos y libertad para nuestro pueblo”, expresó Castillo en entrevista con Univisión.
Aunque muchos con I-220A sienten la soga al cuello por temor a ser detenidos o deportados, Castillo insiste en que no se puede vivir con ese miedo eternamente. “Este país nos ha dado una oportunidad, pero no podemos olvidarnos de Cuba. Primero hay que luchar por la libertad allá, y después todo lo demás llegará.”
Apoyo político desde el Congreso
Castillo también aseguró que la protesta cuenta con el respaldo de figuras clave como la congresista María Elvira Salazar, y otros legisladores de raíces cubanas que están al tanto del drama que vive esta comunidad migrante.
La protesta ha desatado un torbellino de opiniones en redes sociales. Hay quienes aplauden la iniciativa con fuerza y celebran la valentía de los organizadores, mientras otros critican duramente la legitimidad del evento por la situación migratoria de muchos de los participantes.
“Muy bien por todos los I-220A. ¡Todos unidos!”, escribió un internauta. Pero no todos lo ven igual. “Si no protestaron en Cuba, ¿qué hacen aquí? Que los devuelvan”, soltó otra usuaria, encendiendo el debate.
Tampoco faltan los comentarios con advertencias legales: “Tengan cuidado, pueden meterlos presos ahí mismo”, se lee en varios foros y publicaciones.
Castillo no se deja amilanar. Dejó claro que esta movilización no tiene nada que ver con buscar un beneficio migratorio. La lucha, dijo, es por Cuba, por la libertad, por los que están presos y por los que no tienen voz.
“No estamos solos. A todos los cubanos con I-220A: únanse. Esta batalla es de todos”, remarcó con firmeza.
Presión política y tensión migratoria
El tema de los cubanos con I-220A ha vuelto a escalar en Washington. Y no es para menos. En medio del segundo mandato de Trump, la situación migratoria de esta comunidad ha ganado peso en el Congreso y en los medios.
El 29 de marzo, la historia de Laura de la Caridad González Sánchez, una joven cubana de 26 años detenida por ICE durante una cita rutinaria en Miramar, prendió las alarmas. Gracias a la presión comunitaria y la intervención directa de María Elvira Salazar, Laura fue liberada, al demostrarse que tenía un caso de asilo pendiente y no representaba un riesgo.
Salazar fue contundente: pidió a las autoridades que no se criminalice a quienes llegaron huyendo de una dictadura, siempre que no tengan antecedentes penales.
Más recientemente, el congresista Mario Díaz-Balart confirmó que está gestionando conversaciones con el equipo de Trump para buscar una solución legal para los miles de cubanos que están varados en un limbo migratorio con el I-220A. Gente que vive al día, sin permiso de trabajo, sin seguro, sin certeza de qué va a pasar mañana.
Díaz-Balart también volvió a poner sobre la mesa medidas de presión contra el régimen cubano, incluyendo mayores restricciones a remesas y viajes, para obligar a la dictadura a ceder en temas de derechos humanos.
