Rachel Rubio, la joven cubana que se hizo viral en 2023 por manejar camiones en Estados Unidos, está viviendo uno de los momentos más duros de su vida. En un video que estremeció a muchos en redes sociales, la muchacha lamentó entre lágrimas el asesinato de su madrastra, Niurka Alfonso Acevedo, a manos de su propio padre, Cándido Raúl Rubio Pérez, ocurrido esta semana en Nashville, Tennessee.
«Esto no fue de ahora. Esto fue un infierno de 24 años», soltó Rachel en un desgarrador testimonio que primero compartió en TikTok, aunque después lo eliminó. Con el alma en la mano, contó cómo la relación entre su padre y Niurka, que duró más de dos décadas, estuvo marcada por el abuso, la inestabilidad y la violencia doméstica.
«Se separaban, volvían, se separaban, volvían… pero la violencia siempre estuvo ahí», dijo, dejando claro que este trágico final era el resultado de un ciclo que nunca se rompió. “Una familia unida no siempre es una familia feliz”, reflexionó, mirando directo a la cámara, en un mensaje dirigido especialmente a otras mujeres que puedan estar viviendo situaciones similares.
Rachel también habló de su infancia, marcada por los conflictos entre sus padres, a los que recuerda peleando desde que tenía solo cinco años. “Eso nos deja traumas. Lo digo por mí, que crecí viendo todo ese caos”, confesó.
La joven no se guardó nada. Contó que su padre consumía drogas, específicamente “de las que se inhalan por la nariz”, y llevaba una vida desordenada junto a su pareja, con la que incluso frecuentaba clubes swingers. Un estilo de vida cargado de excesos y tensión que, según dijo, afectó a todos los que estaban cerca.
«Todos en la familia fuimos testigos de ese drama… y lo sufrimos desde niños», aseguró, visiblemente afectada.
Este testimonio no solo revela el dolor personal de una hija que perdió a una figura materna en circunstancias terribles, sino que también lanza una alerta sobre los peligros de normalizar la violencia en el hogar. Rachel, desde su dolor, aprovechó para pedirle a las mujeres que no aguanten el maltrato, que no sacrifiquen su paz ni la de sus hijos por una falsa idea de familia completa.
Su mensaje, crudo y honesto, ha tocado fibras en muchas personas que, como ella, han tenido que sobrevivir a entornos tóxicos y relaciones peligrosas. Y aunque la herida está abierta, Rachel sigue firme, tratando de convertir el dolor en advertencia.