Desde que CUPET le echó el freno a la venta de gas licuado allá por el 3 de marzo, la vida en las cocinas cubanas se ha puesto cuesta arriba. Sin una fecha clara para el regreso del servicio, la desesperación ha ido creciendo y la gente ha tenido que buscarse la vida, como siempre, en el mercado informal, donde los precios están por las nubes.
Más de un mes sin gas y con apagones: la tormenta perfecta
La estatal CUPET explicó en su momento que la pausa se debía a “dificultades con las importaciones”, pero más nunca dijeron cuándo se reanudaría el servicio. El tiempo ha pasado y las balitas siguen sin aparecer, justo cuando los apagones también arrecian, haciendo que cocinar con electricidad sea un sueño imposible para muchos.
En medio de este panorama, el cubano de a pie ha tenido que tirar de ingenio o, en el peor de los casos, gastar una fortuna para poder calentar un caldero.
El mercado negro se dispara al calor de la crisis
Las redes sociales se han llenado de anuncios que ofrecen desde balitas vacías hasta servicios de entrega a domicilio, con pesaje incluido para probar que “todo está en regla”. Pero los precios… ¡ay, los precios! En zonas como La Habana del Este, una balita llena de 100 libras puede costar hasta 40 mil pesos cubanos. En otros municipios como Marianao o Arroyo Naranjo, las mitades también se cotizan en 20 mil pesos, y eso si no te la quieren racionar como si fuera perfume.
Incluso las balitas vacías, que antes nadie miraba, ahora se venden como si fueran oro en polvo, porque conseguir una llena es casi misión imposible.
Cocinar en Cuba: un lujo que no todos pueden darse
Los comentarios en las publicaciones dejan clara la desesperación de la gente. “Si una madre sola tiene que pagar 20 mil pesos por una balita, ¿con qué alimenta a sus hijos?”, se pregunta una usuaria. Otro intenta vender una balita llena “hasta la boca” en 40 mil, y aún así, dice que le piden rebaja.
Y es que con un salario mínimo que ronda los 2,100 pesos cubanos y uno medio apenas superando los 4,000, pagar esos precios es como pedirle al sol que no caliente. Muchos simplemente no pueden.
Silencio oficial y cero soluciones
Desde que CUPET lanzó el primer aviso, no se ha dicho ni esta boca es mía. Nadie ha informado sobre nuevos cargamentos de gas, ni se ha establecido un plan de emergencia para ayudar a las familias más afectadas. La incertidumbre sigue reinando y la falta de alternativas es un golpe directo a la mesa de los hogares cubanos.
Mientras tanto, el mercado negro se enriquece a costa de la necesidad. Y el pueblo, como siempre, resuelve como puede, aunque el bolsillo no aguante más.