En Guantánamo, la tranquilidad se ha visto sacudida por un fenómeno que hace solo unos años parecía lejano: el consumo de drogas entre niños y adolescentes, incluso dentro de centros escolares. Sí, aunque suene fuerte, la realidad ya está golpeando las puertas de nuestras aulas.
El mayor Alexander Millet Suárez, quien lidera el grupo que enfrenta este tema desde la Dirección Nacional Antidrogas en el oriente cubano, soltó una bomba: más de una decena de menores han sido detectados consumiendo, portando o hasta traficando drogas. Algunos de ellos terminaron ingresados en el Hospital Pediátrico Pedro A. Pérez, tras dar positivo en pruebas de intoxicación. Entre los más afectados hay ocho menores y dos adolescentes de 16 y 17 años.
Otros casos también encendieron las alarmas: dos por consumo, uno por tenencia y otro por tráfico de estupefacientes. El panorama no es nada alentador. “Los adultos que facilitaron estas sustancias ya están enfrentando condenas”, aclaró Millet. Y sí, la policía ha actuado con todo el peso, deteniendo a 64 personas, de las cuales 48 ya tienen medida cautelar de prisión provisional.
Justicia sin medias tintas
La fiscal jefe de la provincia, Moraima Velázquez Romero, fue clara y sin rodeos: el tráfico de drogas puede costar hasta 30 años de prisión o incluso cadena perpetua. Enfatizó que este tipo de delitos no solo desestabilizan a la familia cubana, sino que también comprometen la seguridad del país.
Para los jóvenes en edad penal (de 16 a 18 años), hay un enfoque más personalizado. “Se analiza cada caso con pinzas, porque hay que ver en qué condiciones actuaron. Pero ojo, eso no significa impunidad”, aseguró la fiscal. Si bien algunos pueden evitar la cárcel por ciertos atenuantes, la responsabilidad penal no se borra así porque sí.
Drogas en los pasillos de la escuela
Uno de los momentos más inquietantes lo vivió un director escolar, identificado como Andrés. Mientras hacía su ronda habitual al mediodía, vio algo que lo dejó frío: dos estudiantes saliendo del sótano con actitud sospechosa. Cuando se acercó, una de ellas soltó lo que parecía un cigarro, pero la escena no cuadraba.
“Una de las niñas apenas podía mantenerse en pie”, relató. “Fue en ese momento que supe que estábamos ante algo mucho más serio”. Las siguientes horas fueron una pesadilla, e incluso la vida de una de las chicas estuvo en peligro. “Esto no es lo normal en nuestras escuelas, pero demuestra que el problema ya tocó la puerta y no podemos ignorarlo”, reflexionó.
Educación en modo defensa
Antonio Tamayo Romero, subdirector provincial de Educación, explicó que en los centros escolares se aplica la Resolución Ministerial 15/2019, que busca promover el rechazo total a las drogas entre los más jóvenes. Pero reconoció que la aparición de casos como estos es una señal clara de que hay que redoblar esfuerzos, sobre todo en la prevención y detección temprana.
Las redes no descansan
En lo que va de 2024, las autoridades han ido a fondo en su lucha contra el narcotráfico. Solo en Guantánamo, siete redes delictivas han sido desmanteladas, y se han incautado 275 kilogramos de sustancias ilegales. Además, se encontraron cultivos ilegales de marihuana en al menos cuatro lugares, con un total de 904 plantas decomisadas. Guantánamo y Manuel Tames llevan la delantera en estos hallazgos, según datos oficiales.
En zonas costeras como Baracoa y Caimanera, también se registraron 13 incidentes relacionados con el tráfico internacional de drogas. Ocho de ellos fueron recalos y los otros cinco hallazgos fortuitos. En total, se recuperaron 48 paquetes de droga y dos fragmentos deteriorados, sumando más de 170 kilos de marihuana y algo más de un kilo de cocaína.
El enemigo silencioso: “el químico”
Una preocupación que crece a la sombra es el consumo del cannabinoide sintético conocido como «el químico». Esta sustancia, además de adictiva, es barata y fácil de conseguir, lo que la hace especialmente peligrosa para los jóvenes de barrios vulnerables. Según Millet, en el mercado negro se vende entre 150 y 200 pesos, y muchas veces los muchachos no tienen ni idea del daño que se están haciendo.