Una tragedia estremeció este martes a los vecinos de Santiago de Cuba. Una madre cubana, conocida como Soraida, fue asesinada brutalmente por su pareja en un hecho que ha dejado al barrio entero sin palabras y con el corazón en la mano. El crimen ocurrió en el Edificio F10, en pleno Distrito José Martí, y lo más desgarrador es que fue presenciado por su niña pequeña y su madre, que está enferma.
Según contó el periodista Yosmany Mayeta Labrada, quien habló con personas que conocían de cerca lo ocurrido, el ataque comenzó en la propia casa de la víctima. Y como si no fuera ya demasiado horror, el agresor la siguió hasta el policlínico donde, delante de médicos, enfermeros y testigos, la remató sin piedad. “Dicen que el infeliz ese la apuñaló ahí mismo, en el medio del consultorio, y nadie pudo hacer nada”, soltó una vecina con la voz rota por la indignación.
Soraida era una mujer joven, entregada a su familia y trabajadora en el sector de la Educación. Su vida giraba en torno a su hija y al cuidado constante de su madre. Nadie en el barrio imaginó que la relación que recién había comenzado con el agresor —un tipo que, según se comenta, acababa de salir de prisión— terminaría en semejante tragedia.
“Ese tipo no tenía arreglo. Se pasó la vida en la cárcel y nunca cambió. Ya varios muchachos del barrio lo habían señalado como un tipo peligroso, pero nadie pensó que sería capaz de esto”, lamentó una fuente del vecindario.
Aunque todavía no se ha revelado la identidad del asesino, las autoridades ya lo tienen bajo custodia. Tampoco ha trascendido el nombre completo de la víctima, pero su historia ha sacudido a todo el país. Desde la página del periodista, el mensaje fue claro y contundente: “Santiago necesita parar ya esta violencia contra las mujeres y las niñas”.
En redes sociales, los comentarios no han parado. Cientos de cubanos están pidiendo justicia de verdad, con mayúsculas. Algunos claman por la pena de muerte o por cadena perpetua sin beneficios. Las exigencias de un castigo ejemplar no son pocas, y lo que más se repite es el pedido de que no haya más impunidad para estos casos.
Muchos están señalando al sistema judicial cubano por su excesiva tolerancia con criminales reincidentes. Vuelven a la calle sin ninguna vigilancia, y ahí están las consecuencias. “Esto se acaba cuando empiecen a aplicar penas duras de verdad”, se lee una y otra vez. Otras frases que se han vuelto eco: «Ojo por ojo» y «¡Justicia para Soraida!».
La polémica también tocó al personal del policlínico. Algunos culpan la falta de seguridad en los centros de salud, señalando que no hay presencia policial ni guardias que puedan actuar ante emergencias de este calibre. Otros, sin embargo, defendieron al personal médico, recordando que ni están entrenados ni armados para enfrentar a un asesino. “Ese no es su trabajo, son médicos, no soldados”, apuntó una internauta.
El dolor ha sido compartido por muchos que conocieron a Soraida. En comentarios llenos de pena, la recordaron como una mujer ejemplar. “Que Dios la tenga en la gloria”, escribieron varios, acompañando sus palabras con apoyo para su hija y su madre, que ahora enfrentan una pérdida imposible de reparar.
La discusión también encendió otro tema delicado: la educación afectiva y las relaciones de pareja. Algunos comentarios, con un tono acusador, responsabilizaron a las mujeres por involucrarse con hombres con antecedentes penales. Pero muchas personas salieron al paso, recordando que la víctima jamás tiene la culpa. “Caras vemos, corazones no sabemos”, fue una de las frases más compartidas, como escudo contra el juicio injusto.
Entre tanto dolor, surgió también un clamor por soluciones reales. Refugios para mujeres en peligro, programas de protección, educación sobre igualdad de género, y protocolos policiales que reaccionen antes de que sea demasiado tarde. La muerte de Soraida no puede quedarse solo en las lágrimas: debe ser un punto de inflexión.
Este feminicidio sería el número 12 en lo que va del año, aunque hasta el cierre de esta nota, las plataformas feministas aún no han emitido una declaración oficial. Hace apenas unos días, el 12 de abril, otra mujer —Nancy Leyva García, maestra de 35 años y madre de dos niños— fue asesinada en plena calle en Las Tunas, en un crimen que también desató la indignación popular.
Los observatorios OGAT y Yo Sí Te Creo en Cuba registraban al menos 11 feminicidios confirmados hasta el 14 de abril. Con el caso de Soraida, la cifra sigue subiendo, y la urgencia de frenar esta ola de violencia se hace más apremiante que nunca.
Este no es solo un suceso trágico. Es una llamada de alerta. Es hora de abrir los ojos, de actuar con firmeza y de dejar claro que la vida de las mujeres no se negocia.