El gobierno cubano volvió a soltar el látigo, esta vez con una advertencia clara y directa contra quienes intenten colar antenas Starlink en la Isla. El motivo: hace poco la Aduana del Aeropuerto Internacional José Martí decomisó una veintena de estos equipos, todos recién llegaditos desde Estados Unidos. Y ya tú sabes, eso encendió las alarmas del régimen.
Estos aparatos, que se venden en sitios como Revolico por hasta 2 mil dólares, fueron declarados como una «amenaza a la soberanía del espectro radioeléctrico». En buen cubano, el gobierno los ve como un peligro porque ofrecen internet sin pasar por las manos de ETECSA, el monopolio estatal que lo controla todo.
El vicejefe primero de la Aduana, Wiliam Pérez González, soltó la bomba en su cuenta oficial de X, dejando claro que el intento de entrar estos equipos era completamente ilegal. Según él, venían en un vuelo desde EE. UU. con intenciones ocultas, y por eso se aplicaron las sanciones «de rigor».
Y es que el servicio Starlink, de la empresa estadounidense SpaceX, propiedad del mediático Elon Musk, ofrece conexión rápida y sin depender de cables ni torres locales, ideal para lugares donde el internet apenas llega. Pero para las autoridades cubanas, esto es un desafío directo al sistema que tienen montado.
Carlos Prieto de la Lastra, quien dirige la unidad que vigila el espectro radioeléctrico en Cuba, fue más allá y aseguró que nadie puede poner una antena en la azotea sin un permiso oficial. Aclaró que no existe ningún acuerdo con SpaceX ni se han emitido licencias para operar este tipo de tecnología en el país.
O sea, en palabras claras: Starlink en Cuba está fuera de la ley, y quien lo intente se mete en candela.
Desde los medios oficialistas se sigue martillando la idea de que todo esto es una violación del orden legal, del Código Penal cubano, y de las normas del Ministerio de Comunicaciones. Pero lo que muchos piensan, y no lo dicen muy alto, es que el verdadero problema para el régimen es no poder meterle el ojo al tráfico de datos cuando el internet no pasa por su filtro.
Internet libre e independiente en Cuba suena a utopía, y cada vez que surge una alternativa, el gobierno saca las uñas. No es tanto por seguridad, como dicen, sino por el miedo a perder el control de la información. Porque si algo no les gusta, es que el cubano tenga acceso directo a la verdad, sin intermediarios.