El gobierno cubano ha tenido que bajarse del pedestal y, con la cabeza un poco agachada, reconocer que las cosas no están saliendo como esperaban. Durante una videoconferencia encabezada por el primer ministro Manuel Marrero Cruz, el viceprimer ministro José Luis Tapia soltó una frase que, aunque obvia para la mayoría, suena casi revolucionaria viniendo de un alto cargo: “Pensamos que estábamos bien, pero estamos lejos, muy lejos, de cubrir las necesidades del pueblo”.
Este momentico de sinceridad no es aislado. Se suma a una serie de confesiones recientes donde el gobierno ha admitido fallos en múltiples frentes: desde el desastre en los hospitales hasta el fiasco de la tan cacareada Zona Especial de Desarrollo Mariel, que ha quedado más como un cuento que como una solución real.
Y por si fuera poco, también reconocieron lo que todo el mundo viene gritando hace años: la crisis migratoria actual es la más grande en la historia del país. Miles de cubanos se siguen yendo por mar, por tierra, por donde sea… buscando un poquito de respiro, de dignidad, de futuro.
Durante una reunión con gobernadores y autoridades locales, Marrero se llevó tremendo susto al ver el precio del aceite, que en algunos lugares se cotiza a 1,500 pesos el litro. “¡¿Qué cosa es eso?!”, debió haber pensado. De inmediato soltó la orden de apretar las clavijas y ser más duros con el control de precios.
Y no se quedó ahí. Marrero fue claro: “Si esconden el aceite, vamos atrás, directo a la casa-almacén. Y no es para multar ni para hacer venta forzosa. Es para decomisar, punto. Y eso no tiene que venir de arriba, eso se decide en los municipios”. Así, sin anestesia.
Pero del dicho al hecho, en Cuba siempre hay un trecho largo. Un cubano, al ver estas medidas, lo resumió con esa sabiduría popular que no se aprende en libros: “Todos los días analizan, todos los días dicen que van a controlar, pero la realidad es la misma. Aceite a 1,500, yuca y boniato por las nubes… ¿y la famosa Ley de Soberanía Alimentaria dónde quedó?”
El problema con topar precios en Cuba es que ya conocemos ese libreto. Es como ver una novela que repiten cada año. El economista Pedro Monreal lo explicó sin pelos en la lengua: “Hay viejas mañas que no se olvidan, y la topadera de precios es una de ellas. La ven como una espada mágica, aunque ha demostrado mil veces que no sirve para nada”.
Mientras tanto, la población sigue atrapada entre discursos y apagones, entre colas y promesas que no se cumplen. El pueblo necesita soluciones reales, no más parches ni cuentos reciclados. Porque si seguimos como vamos, lo único que va a seguir subiendo —además de los precios— es la lista de los que se van.