El régimen cubano volvió a sacar filo al machete… pero esta vez, simbólicamente. El periodista oficialista Humberto López, uno de los rostros más visibles de la propaganda del Gobierno en los últimos años, recibió la réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, un reconocimiento que el Estado entrega a quienes considera «fieles defensores de la Revolución».
La ceremonia, celebrada este miércoles, estuvo presidida por el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el General Álvaro López Miera, quien fue el encargado de entregar la distinción a López y a otros 15 individuos, además de dos instituciones. Una especie de aplauso condecorado para quienes siguen la línea oficial al pie de la letra.
Desde su cuenta de Facebook, Humberto se lanzó con un discurso cargado de grandilocuencia y jerga de combate ideológico: “Orgullo que llevaremos siempre, compromiso que se multiplica… En esta batalla de símbolos y de propaganda barata, solo la unidad nos conduce a la victoria”, escribió con esa épica habitual que usa cuando le toca justificar lo injustificable.
No faltó el cierre marcial, donde se puso “a la orden” del régimen, dejando claro que sigue firme en su papel de vocero y ejecutor mediático de la narrativa oficial. Las FAR también difundieron el evento en sus redes sociales, nombrando a cada uno de los premiados, entre ellos figuras como Annie Garcés y Yusuam Palacio, y agrupaciones afines como La Colmenita de la PNR.
Más allá del acto en sí, la condecoración a Humberto López levanta cejas dentro y fuera de la isla. No por el reconocimiento, sino por lo que representa: el espaldarazo a un comunicador conocido por dirigir espacios de televisión donde se lincha mediáticamente a activistas, opositores y ciudadanos comunes.
Recientemente, López fue el encargado de conducir un programa estatal sobre el caso del niño Damir Ortiz, quien falleció en Estados Unidos tras no recibir tratamiento adecuado en Cuba. El intento de control de daños mediático no convenció a muchos, y generó aún más críticas hacia el sistema de salud cubano y la manipulación informativa del Estado.
La réplica del machete, en este caso, parece más bien una confirmación simbólica del papel que juega Humberto López en el engranaje oficialista: cortar por lo sano cualquier disidencia, con filo ideológico y sin espacio para el debate.
Mientras tanto, los cubanos de a pie siguen lidiando con el día a día, donde no hay condecoraciones, pero sí colas, apagones y censura. Y es que en la Cuba de hoy, el verdadero combate es por la verdad.