Una guajira cubana se fue a Japón y terminó robándose el show, no con un karaoke ni con sushi, ¡sino con chancletas y una actitud que no cabe en un kimono! Así mismo, una joven cubana se ha vuelto viral en TikTok por protagonizar uno de esos videos que mezclan cultura, humor y una buena dosis de cubanía sin filtro.
El clip fue subido por el usuario @la.guajira.chapucera y muestra a esta carismática cubana caminando tranquilamente por las calles niponas, acompañada de su pareja, pero envuelta en un kimono tradicional japonés. Ahora, lo curioso no fue solo verla en ese look tan diferente, sino el sabor con el que lo llevaba. Porque si algo quedó claro, es que te puedes poner un kimono, pero la cubanía no te la quita nadie.
“Déjame gritar que aquí nadie me conoce”, suelta entre risas mientras pasea por la calle, completamente desinhibida. ¡Y es que estar en otro país tiene sus ventajas! Ella lo sabe, y por eso aprovecha el anonimato para ser 100% ella, sin pelos en la lengua.
Pero ahí no queda todo. En otra parte del video, mirando con humor su calzado informal, suelta una frase que ya muchos han hecho viral: “Niño, deja que me miren, si total, ¡mira mis chancleticas!”. Porque sí, mientras todos imaginaban que bajo ese kimono llevaría sandalias elegantes, ella rompió todos los esquemas con un par de chancletas bien cubanas.
La mezcla entre lo tradicional japonés y lo descomplicado caribeño fue un combo perfecto. El video no solo sacó carcajadas, sino que también tocó la fibra de muchos emigrados, quienes se sintieron identificados con esa forma tan natural de ser, incluso a miles de kilómetros de casa.
Miles de usuarios comentaron el video con frases como: “Esa es la cubana de verdad”, “Donde llega un cubano, llega la alegría”, y “Así mismo soy yo cuando salgo de Cuba: libre y feliz”. Porque eso es lo que transmite esta guajira: alegría sin poses, espontaneidad sin miedo, y un orgullo enorme por su origen.
Aunque ahora reside en Estados Unidos, este momentazo en Japón demostró que donde quiera que esté, la guajira no se esconde. Grita, ríe, se burla de sí misma y lo comparte con el mundo. Porque al final, no importa el idioma ni la vestimenta, lo que no cambia es el alma. Y la de ella está bien hecha en Cuba.