La exjueza cubana Juana Orquídea Acanda Rodríguez, de 62 años, fue devuelta a Cuba este sábado luego de que las autoridades migratorias de Estados Unidos detectaran que había escondido detalles importantes sobre su carrera y afiliación política al intentar entrar al país como inmigrante.
Según reportó el periodista Mario J. Pentón, la mujer llegó a EE.UU. por una reclamación familiar hecha por su hijo, quien ya es ciudadano estadounidense. Sin embargo, los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) notaron algo raro durante las entrevistas y, tras una revisión más profunda, descubrieron que Acanda había omitido su trabajo como jueza en Cuba y su militancia activa en el Partido Comunista.
Desde su regreso a la Isla, la exjueza declaró: «Los hombres se equivocan. Yo ahora tengo salud, que es lo importante, y tengo libertad. Estoy tranquila.» En una conversación desde su casa, donde aseguró estar bien acompañada, contó que “vivió una experiencia” en Estados Unidos y que, a pesar de todo, valora esos 21 días que pasó en tierras del norte. “Lo conocí. No lo conocía. Y vivir experiencias, sean como sean, siempre enseña algo”, dijo con tono sereno.
Sobre la razón de su deportación, Acanda fue tajante: “La vida sigue. Todos tenemos derecho a equivocarnos. Yo soy una mujer humilde”.
No obstante, el sistema judicial estadounidense no fue tan indulgente. Según CBP, Acanda enfrenta cargos por fraude migratorio, declaraciones falsas y uso de documentos fraudulentos, amparados bajo el Título 18 del Código de los Estados Unidos. También fue declarada inadmisible bajo la sección 212(a) de la Ley de Inmigración, debido a sus conexiones directas con el aparato del régimen cubano.
Durante más de tres décadas, Acanda trabajó en el Tribunal Provincial Popular de Matanzas, donde formó parte de la Sala Penal. En una entrevista previa con el canal local TV Yumurí, había dicho sentirse realizada en su labor como jueza. “Impartí justicia como la sociedad nos lo demanda”, aseguró entonces con orgullo.
Sin embargo, su intento de empezar una nueva vida en Estados Unidos ha generado polémica. Una fuente cercana al caso, que pidió no ser identificada, lanzó una crítica directa: “Los hijos de dirigentes del régimen siempre se escapan para Estados Unidos, y luego tratan de traerse a sus padres, los mismos que ayudaron a mantener un sistema que hoy condenan desde lejos. Eso tiene que acabarse.”
El caso de Acanda no es único. En los últimos años, varios funcionarios del gobierno cubano —o familiares cercanos— han intentado establecerse en EE.UU. por vías legales como la reunificación familiar. Algunos han tenido éxito, como el exingeniero del MININT Eduardo Enríquez Blanco, la exfiscal camagüeyana Rosabel Roca Sampedro, y el ex primer secretario del PCC en Cienfuegos, Manuel Menéndez Castellanos.
Este fenómeno ha provocado un debate caliente entre activistas y políticos del sur de la Florida, que piden mayor vigilancia sobre quién entra y bajo qué condiciones.
Lo cierto es que la historia de Juana Orquídea Acanda Rodríguez no solo habla de migración, sino también de las contradicciones del exilio cubano, donde muchas veces los verdugos de ayer buscan hoy refugio entre las mismas víctimas a las que una vez juzgaron.