Cuando Silvio Rodríguez habla, más de uno se queda en silencio. Esta vez, el cantautor cubano no se anduvo con rodeos y soltó una reflexión que ha dejado a muchos pensando. En una entrevista reciente con el diario chileno La Tercera, Silvio se refirió con pesar a la crisis que vive Cuba, y no solo por la escasez o los apagones, sino por algo más profundo: el desgaste espiritual del pueblo.
A sus 78 años y con conciertos planeados en Chile para septiembre, el autor de “Ojalá” y “El necio” sigue creyendo en que el bloqueo de Estados Unidos ha causado mucho daño. Lo llama “genocida”, y no es la primera vez que lo dice. Pero también dejó claro que no se puede culpar al bloqueo de todos los males. “No soy de los que lo culpan de todo”, dijo, y eso, viniendo de él, ya es noticia.
Silvio no se quedó ahí. Reconoció que dentro de Cuba se han cometido errores graves: dogmatismos políticos, malas decisiones económicas y una lucha desesperada por sobrevivir que ha dejado cicatrices. Todo eso, según él, ha contribuido al desgaste no solo de la infraestructura, sino también del alma del país.
Y es ahí donde duele. “Ese desgaste se refleja en la frivolidad, la desidia ciudadana, el desgano que vemos en el día a día”, confesó. Palabras fuertes de alguien que siempre ha estado vinculado al proceso revolucionario, pero que no cierra los ojos ante la realidad.
No es la primera vez que Silvio suelta estas verdades incómodas. En los últimos meses ha hecho varias publicaciones en su blog personal, Segunda Cita, donde expresa su angustia por lo que él llama “la desaparición paulatina del sentido de dignidad nacional”. Dice que lo siente en los gestos, en la forma en que la gente se comporta, como si hubieran tirado la toalla.
Las reacciones no se hicieron esperar. Algunos lo aplauden por decir lo que muchos piensan pero no se atreven a decir. Otros, especialmente desde filas oficialistas, se molestan, lo acusan de deslealtad. Incluso en marzo, la jefa de prensa de la Presidencia cubana le respondió directamente. Pero Silvio, fiel a su estilo, no ha cambiado el tono: sigue denunciando los errores, sin perder del todo la esperanza.
Él mismo lo dijo en 2024: entiende por qué tantos jóvenes se van, por qué las calles se vacían de sueños. Calificó la situación como “terrible”. Pero ahora va más allá: lo que le preocupa no es solo lo que falta en los mercados, sino lo que se está perdiendo en el corazón de la gente.
Y aunque todo suena bastante sombrío, Silvio cierra con un mensaje que invita a no rendirse: “Son tiempos donde no es fácil mantener la fe. Pero hay que sobreponerse y continuar”.
Una frase que, sin querer, resume lo que muchos cubanos sienten hoy: el dolor de ver cómo su país se desmorona, pero también el deseo terco de seguir apostando por algo mejor.