En medio del ajetreo de la vida cubana, donde cada día es una batalla ganada, una mujer se robó el show este fin de semana en Santiago de Cuba: Gloria Castillo Rojas llegó al centenario, rodeada del cariño incondicional de su familia, en una celebración cargada de emoción y respeto.
Desde la página oficial de Tele Turquino no dudaron en sumarse a los festejos, compartiendo una foto del momento y soltando un mensaje que decía con alegría: “¡Felices 100 vueltas al sol!”. Y no es para menos, llegar a esa edad en Cuba no es juego de niños.
Ser centenaria en la Cuba de hoy es, literalmente, una proeza
En un país donde el envejecimiento avanza más rápido que las reparaciones del malecón, y donde cada día es una lucha por conseguir lo básico, vivir 100 años es más que una celebración: es una hazaña de resistencia. Los abuelos enfrentan un panorama complicado: medicamentos que brillan por su ausencia, alimentos que se vuelven un lujo y un sistema de salud con más baches que la carretera central.
Pero Gloria, como tantas otras mujeres cubanas de a pie, ha sabido plantar bandera. Su cumpleaños fue mucho más que una fiesta: fue un acto de orgullo familiar, de amor incondicional y de lucha callada. Con hijos, nietos, bisnietos y quién sabe cuántos más a su alrededor, se convirtió en símbolo vivo de una Cuba que se levanta, aunque duela.
Una vida hecha a mano, como los cuentos de antes
Gloria no es una excepción. Su historia está entrelazada con las de otras cubanas longevas que, con una mezcla de tenacidad y ternura, han tirado pa’lante durante décadas. Mujeres que han sostenido familias enteras mientras el país cambiaba, se sacudía y volvía a prometer.
En septiembre del 2024, por ejemplo, salió a la luz la historia de Dalia Rivero, otra santiaguera centenaria, que desde un asilo contaba con lucidez pasajes de su juventud. A pesar del deterioro del sistema geriátrico, ella seguía ahí, entera, demostrando que la memoria puede resistir incluso más que el cuerpo.
Y cómo olvidar a Carlos Rodríguez, ese viejito sabrosón que en octubre dijo que su secreto para llegar a los 100 era comer jutía, harina de maíz y cabeza de pescado. Una dieta que más de uno catalogaría de “criolla extrema”, pero que a él lo mantuvo vivito y coleando.
Ya en marzo de 2025, otra historia nos tocó el alma: una abuela espirituana celebró 105 años rodeada de 16 hijos. Sí, 16. Casi un municipio entero reunido en una casa, demostrando que el calor de la familia sigue siendo el mejor sostén cuando todo lo demás falta.