En medio del caos y la violencia que a veces sacuden nuestras calles, aún hay gente buena que se aparece con un rayito de luz. Eso fue exactamente lo que hizo Anita, una joven madre cubana que ha conmovido a miles con un gesto tan simple como poderoso: ayudar a Yunier, el baterista callejero de Matanzas, después de que este fuera brutalmente agredido.
Todo comenzó cuando Anita, conocida en TikTok como @anita.cubanita64, compartió un video en el que cuenta por qué decidió visitar y llevarle donaciones a Yunier, más conocido como “el loquito baterista”. Este músico callejero es famoso en Matanzas por andar siempre con sus tambores improvisados, tocando con alegría y sin pedir nada a cambio. La gente lo quiere porque no molesta, no pide limosna… simplemente toca, y su ritmo le ha sacado sonrisas a más de uno.
Pero la historia se oscureció cuando, hace unos días, Yunier fue apuñalado cerca de la terminal provincial. Al parecer, quisieron robarle lo que había ganado durante el día. Las heridas fueron graves, sobre todo en una pierna, y terminó en el hospital. Ahora, por suerte, está recuperándose en su casa, aunque sigue con dolor.
Anita se enteró de todo por redes sociales y no lo pensó dos veces. “Pasé por ahí, lo estuve viendo un rato y le llevé algunas cositas”, contó en su video. “Tal vez tú pienses que no es mucho, pero para él fue una alegría enorme”, dijo, emocionada. Y es que a veces, en medio de tanta necesidad, un gesto vale más que cualquier fortuna.
Lo más lindo de todo es que no fue la única. Ella asegura que mucha gente en Matanzas también ha querido ayudar, y que esta reacción colectiva es lo que realmente le da sentido a todo. Al final del video, se ve a Yunier agradeciendo con la voz entrecortada: “Gracias por todo, estoy muy agradecido… muy, muy agradecido”.
En los comentarios del video, la gente no dejó de aplaudir el gesto: “Un millón de bendiciones para ti”, “Dios te multiplicará”, “Qué tristeza verlo así, menos mal que tú apareciste”, escribieron usuarios desde todas partes. Y también se sintió la rabia: “Qué abuso”, “¡Cómo puede pasar eso en Cuba!”, fueron algunas de las frases cargadas de impotencia.
Pero esta no es la primera vez que Anita pone el corazón por delante. Hace poco, preparó comida para ancianos sin hogar usando lo poco que tenía, incluso cocinando sin corriente. “La cosa no es hacerse viral, es crear conciencia”, dijo en uno de sus videos. Y vaya si lo ha logrado.
En febrero, también sorprendió al cocinar arroz amarillo con maíz y ensalada para repartir a viejitos en la calle. “Si el cubano pasa trabajo, imagínense estos viejitos que no tienen ni casa”, decía entonces. Su mensaje es claro: dar aunque sea poquito, porque siempre hay alguien que lo necesita más.
Anita, con su fuerza de madre, su humildad y su enorme corazón, ha creado más que una comunidad: ha encendido una chispa de humanidad que se propaga en medio de la crisis. Su historia nos recuerda que, aunque el país esté en ruinas, la solidaridad sigue viva… y que una buena acción, por pequeña que parezca, puede cambiar el día de alguien. O incluso su vida.
