Este viernes, la Empresa Cárnica de Sancti Spíritus estrenó con bombo y platillo su nueva línea de producción de «carne mecánicamente deshuesada» (MDM), un invento que promete «revolucionar» la mesa cubana… aunque muchos se quedaron rascándose la cabeza preguntándose: ¿Esto qué es?
Según la prensa oficial, con esta movida podrán fabricar 60 toneladas mensuales de este producto, que básicamente es una mezcla de lo que sobra después de deshuesar cerdo, res y pollo. «Sustituye importaciones y abarata costos», gritan los titulares, aunque nadie explica bien en qué alimentos exactamente terminará este MDM. ¿En las croquetas? ¿En los embutidos? ¿En el picadillo de los niños? Misterio.
La matemática del ahorro (que no llena la panza)
Donis Gómez Salas, el director de la empresa, soltó los números: la planta costó 500 mil dólares, pero prometen recuperar la inversión porque cada tonelada de MDM vale 1,000 dólares en el mercado internacional. O sea, 60 toneladas al mes = 60 mil dólares «ahorrados». Eso, convertido en embutidos, según él, podría dar 2,000 toneladas de producto terminado. ¿Magia? No, contabilidad creativa.
Mientras tanto, en el resto de Cuba…
La realidad es que la carne sigue siendo un lujo para la mayoría. Niños y abuelos llevan meses sin ver su cuota en la libreta de racionamiento, y solo los menores de 6 años y algunos pacientes con dietas médicas tienen acceso. El resto… a inventar con lo que haya.
Y aunque empresas extranjeras como Richmeat han entrado al juego para «ayudar», la cosa sigue más tiesa que un filete mal cocinado. ¿Resultado? Los cubanos siguen haciendo malabares para poner proteína en el plato, mientras el MDM espirituano se convierte en la gran esperanza blanca… o rosada, o como quiera que sea ese polvito misterioso.