El dolor de perder un hijo no tiene nombre, y en el caso de Eliannis Ramírez, madre del pequeño Damir Ortiz Ramírez, ese dolor ha tocado profundamente a miles de corazones dentro y fuera de Cuba. Este domingo, desde su perfil en Facebook, compartió un mensaje que parece salido del alma misma, lleno de ternura, amor y una tristeza que no cabe en palabras.
«Tú no estás muerto, estás dormidito y esperándome», escribió. “Tú eres mío por siempre, mi príncipe guerrero… cómo me duele esto, Damir.” Sus palabras, más que un texto, son un suspiro partido en pedazos, una despedida envuelta en esperanza, como si su hijo solo estuviera echándose un sueñito antes de volver a verla.
Una lucha contra el tiempo… y contra un sistema roto
Damir, un niño cubano con apenas ocho años, fue trasladado a Miami con una visa humanitaria después de haber sido mal diagnosticado en Cuba con leucemia de Burkitt. Cuando llegó al Nicklaus Children’s Hospital, la verdadera causa de su deterioro era una sepsis generalizada provocada por bacterias resistentes. A pesar de todos los esfuerzos médicos, Damir no logró sobrevivir.
Su historia sacudió al país y al exilio por igual. No solo por la tragedia de perder a un niño, sino por todo lo que quedó al descubierto: un sistema de salud en crisis, negligencias médicas y la desesperación de una madre que lo dejó todo para salvar la vida de su hijo.
“Cuando una madre ve sin vida a su hijo en un cajón…”
El mensaje de Eliannis no escatimó en dolor. Fue honesto, desgarrador, y quizás por eso tocó a tantos. “La muerte le arranca las entrañas, los sueños, las esperanzas…”, escribió, describiendo cómo se siente una mujer que de pronto se queda sin su niño, sin su luz. “Queda un envase, una sombra que solo quiere ir detrás de lo que se llevó la muerte”.
Eliannis, desde el principio, fue mucho más que una madre desesperada. Fue una voz valiente, una mujer que enfrentó al sistema, denunció las carencias médicas en Cuba y pidió auxilio internacional. Y por eso mismo, se vio obligada a pedir asilo político en Estados Unidos. No solo por ella, sino por Damir, y por tantos otros que aún no tienen voz.
Una despedida entre dos orillas
El miércoles pasado, Cuba le dio un último adiós al pequeño Damir con una misa en la capilla del Cementerio de Colón, en La Habana, donde la abuela del niño recibió el cariño de un pueblo que sintió esta pérdida como suya. Pero la historia no termina ahí.
El próximo domingo 20 de abril, la funeraria Caballero Rivero de Hialeah acogerá otra ceremonia, esta vez en el corazón del exilio cubano. Allí, entre lágrimas, flores y oraciones, la comunidad podrá rendirle homenaje a Damir y acompañar a Eliannis en su duelo.
Una madre, un hijo, y un amor que no muere
Lo que ha dejado claro esta historia es que el amor de una madre no entiende de fronteras, de burocracia ni de diagnósticos equivocados. Es un amor que lucha, que grita, que no se rinde. Y en cada palabra que Eliannis escribe, en cada lágrima compartida, en cada flor colocada en nombre de Damir, queda la promesa de que su memoria vivirá para siempre.
Porque Damir no se fue del todo. Está dormidito, como dice su mamá… esperando.