En Baracoa, ese rincón donde el tiempo se mueve con la brisa del Atlántico, una figura emblemática se vino abajo. Se trata de la escultura de Vicente Rodríguez, «el Pelú», que fue víctima de un acto de vandalismo que todavía tiene a muchos con el corazón encogido. Pero lejos de resignarse, la gente ha empezado a moverse por su cuenta.
El Pelú, con su melena rizada y su andar inconfundible por el malecón, era parte del alma de la ciudad. Un personaje tan peculiar como querido, al que ahora intentan devolverle su lugar entre los adoquines del paseo peatonal.
Una restauración que viene del bolsillo del pueblo
Fue la internauta Lari Mar, bien conocida por compartir contenido afín al oficialismo, quien encendió la chispa en redes. Pidió apoyo económico para que el escultor Abel Lobaina pueda rehacer la obra en bronce. Según explicó, los que deseen ayudar pueden contactar directamente al artista, donarle lo que puedan y aportar a la causa sin intermediarios ni rodeos.
“Gracias a todos los que me han escrito deseando la pronta recuperación de una obra que no solo es arte, sino también historia viva de nuestra ciudad”, expresó Lari desde su perfil.
Curiosamente, no se mencionó ninguna exigencia hacia las autoridades locales para que asuman la restauración, lo cual ha encendido el debate entre quienes creen que este tipo de patrimonio debería ser responsabilidad del Estado.
¿Y la escultura de Enriqueta Favez? Silencio en la sala
Otro que no se quedó callado fue Richard López Castellanos, desde su perfil «Macondiano de Baracoa». El escritor arremetió contra lo que describió como una cadena de robos y actos vandálicos que viene afectando el patrimonio de la ciudad: desde la estatua de Oscar Montero “Cayamba” hasta la de Mariana Grajales.
“Siempre pasa igual: nadie ve nada, nadie dice nada, nadie enfrenta nada. Todo se queda en la sombra, como si la delincuencia anduviera con capa de invisibilidad”, escribió con tono amargo.
También aprovechó para reclamar que Baracoa aún espera por la instalación de la escultura de Enriqueta Favez, la primera mujer que ejerció la medicina en América, y denunció que ya hay quienes ponen en duda si debe instalarse en un lugar público. “Es como no salir a la calle por miedo a los carros, no vivir porque al final todos morimos”, remató, sin pelos en la lengua.
Una historia que mezcla leyenda, rechazo y redención
La figura de Vicente Rodríguez, “el Pelú”, es de esas que parece sacada de un cuento de realismo mágico. Según se cuenta en la tradición popular, fue un comerciante español que, tras perderlo todo en Santiago de Cuba, llegó a Baracoa sin un centavo y fue rechazado por su aspecto andrajoso y desaliñado. Humillado y sin fuerzas, se arrodilló en plena calle —justo donde hoy estaba la estatua— y lanzó una maldición sobre la ciudad y sus habitantes.
Esa mezcla de historia y leyenda lo convirtió con los años en una figura icónica del imaginario baracoense, al punto que en 2018 se levantó su estatua gracias al Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Fundación Caguayo.
Una ciudad que no olvida a los suyos
No es la primera vez que los baracoenses tienen que sacar de abajo para rescatar su historia. En 2023, la propia Lari Mar había pedido donaciones para restaurar la estatua que ya mostraba signos de abandono. Poco después, y quizás empujados por la presión, las autoridades intervinieron para dejarla lista para el aniversario 513 de la ciudad.
Pero ahora, con la figura completamente derrumbada, el pueblo vuelve a tomar las riendas. Porque cuando el Estado se cruza de brazos, es la gente la que se arremanga la camisa.
Y así, entre donaciones, recuerdos y protestas sutiles en redes, Baracoa demuestra que su identidad no se borra con una patada a una estatua. Porque el Pelú puede caer, pero su historia —y la de la ciudad— sigue de pie.