Una joven cubana fue condenada a más de siete años de prisión en Estados Unidos por algo que va mucho más allá de una simple ilegalidad. Se trata de una tragedia con nombres, familias y un mar que se tragó los sueños de 16 personas. Y todo, según las autoridades, por culpa de una red de tráfico de personas que ella ayudó a montar.
La historia tiene como protagonista a Yaquelin Dominguez-Nieves, de apenas 26 años, que fue sentenciada este viernes en Miami. La justicia la declaró culpable de haber organizado un viaje clandestino desde Cuba a Florida que terminó con un saldo devastador: 16 cubanos muertos en el mar. El caso fue tan grave que la juez federal Beth Bloom le impuso una pena más alta de lo que normalmente dictan las pautas federales. Y con razón.
Todo comenzó en octubre de 2022, cuando Yaquelin, junto a un cómplice en Cuba, comenzó a organizar lo que muchos llaman “un viaje de esperanza”. Reunieron dinero, prometieron un futuro mejor… pero el final fue una pesadilla. Ella misma recaudó más de 11 mil dólares de familiares en el sur de Florida, que confiaron en que sus seres queridos llegarían sanos y salvos. Ese dinero fue enviado a su contacto en la isla para cubrir “los gastos del viaje”.
Pero la embarcación que usaron no estaba ni remotamente preparada para lo que venía. Un bote pesquero con capacidad para ocho personas, pero en el que iban 18 migrantes, zarpó desde Playa Jaimanitas el 16 de noviembre de 2022. A solo 30 millas de la costa, el mar hizo lo suyo: el bote se hundió, y 16 personas murieron ahogadas. Entre ellos, había niños y adolescentes. Solo dos lograron sobrevivir.
Las autoridades estadounidenses confirmaron que la embarcación no tenía chalecos salvavidas, y que el supuesto capitán del bote no sabía maniobrar en esas aguas. El resultado fue una de las tragedias migratorias más dolorosas de los últimos años.
La investigación fue extensa. Participaron desde la Guardia Costera hasta la Patrulla Fronteriza y varias oficinas del sur de Florida. Todo se hizo bajo el marco de “Operation Take Back America”, una iniciativa nacional para frenar la inmigración ilegal y desmantelar redes criminales que se lucran con la desesperación ajena.
Este caso no solo dejó una condena. Dejó 16 familias rotas. Dejó preguntas sin respuesta. Y dejó claro que, detrás de cada bote que parte hacia lo desconocido, hay vidas que penden de un hilo. Porque para muchos, cruzar el mar es la única opción. Pero también, tristemente, puede ser la última.