El Cotorro amaneció este viernes con un fuerte olor a humo y un susto que todavía no se les quita del cuerpo a los vecinos. La cervecería Guido Pérez, un viejo gigante industrial de la zona, se prendió en candela al amanecer, y no tardaron en salir fotos y videos a la velocidad de un chisme en solar: una nube negra y espesa cubría el cielo mientras las sirenas rompían el silencio de la mañana.
Hasta ahora, las autoridades no han soltado ni una palabra oficial sobre qué provocó el incendio. El mutis es total. Pero los vecinos, que no necesitan parte oficial para darse cuenta de que la cosa fue seria, aseguran que desde temprano ambulancias y camiones de bomberos iban y venían como si se tratara de una película de acción.
En esa planta no solo se hace cerveza —que ya de por sí es sagrada para muchos—, sino también refrescos, tanto en toneles como a granel. Lo curioso es que la Guido Pérez viene arrastrando problemas desde hace rato, sobre todo por la escasez de materias primas. En palabras más claras: producir ahí es un dolor de cabeza.
Según un reporte de la prensa estatal del año pasado, la cervecera tenía una capacidad de 600 toneles al día, aunque lograr esa cifra en las condiciones actuales era como pedirle peras al olmo. Y es que el edificio donde opera esta industria está más viejo que el cuento del tabaco, y sus obreros han tenido que hacer de todo, incluso meterse a albañiles improvisados para mantenerlo en pie.
La historia del inmueble es larga. Aunque la Guido Pérez como empresa existe desde 1993, el edificio es de 1948 y perteneció en su momento a la Cervecería Modelo, una filial de nada menos que Bacardí, sí, la famosa ronera. Desde entonces, ha pasado por manos estatales y ha sobrevivido a los años, las carencias, los apagones… y ahora, a un incendio del que todavía no se sabe el alcance real.