La tranquilidad regresa poco a poco a los campos de Mayarí después de que las autoridades pusieran fin a los desmanes de una peculiar banda familiar que se había especializado en el «traslado no autorizado de ganado». Así es, estos tipos se dedicaban a hacer «trasplantes de reses» pero sin permiso de los dueños.
La familia que roba unida… acaba detenida junta
El clan de los Estipiñán y sus compinches habían convertido los campos de Mayarí en su propio supermercado carnívoro. Yunior, Elidoy, Alexander y compañía no necesitaban carné de la COPEXTEL – ellos mismos se abastecían directamente de las fincas ajenas. Según reportes, operaban con la eficiencia de una cooperativa agrícola, pero sin pagar impuestos… ni a los campesinos.
El operativo que lo cambió todo
Cuando la policía llegó al escondite en La Pedrona, encontraron suficiente carne como para abrir una paladar clandestino. Había de todo: 400 libras de filetes «no declarados», herramientas de carnicería de dudosa procedencia, y hasta el equivalente a un zoológico rural con vacas y caballos que ya extrañaban a sus verdaderos dueños.
Campesinos: «Esto es sólo la punta del iceberg»
Aunque los siete implicados ahora tendrán que cambiar el campo por la cárcel, los productores de la zona no están cantando victoria. «Esto es como la electricidad – cuando resuelves un apagón, ya viene otro», comentó un ganadero que prefirió mantener el anonimato. La verdad es que en el oriente cubano, el robo de ganado se ha convertido en un deporte extremo… sin reglas ni árbitros.
¿Qué sigue ahora?
Las autoridades aseguran que este golpe a la delincuencia rural envía un mensaje claro, pero los campesinos saben que el problema es más profundo. Mientras tanto, los detenidos tendrán tiempo de sobra para pensar en su nueva dieta – seguramente con menos proteína que cuando andaban «trabajando» por los campos.