La congresista floridana María Elvira Salazar no se quedó de brazos cruzados ante la reciente cancelación del programa de parole humanitario que había permitido la entrada legal de miles de cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos a Estados Unidos. En una carta enviada al expresidente Donald Trump, le pidió que active la figura del DED (Salida Forzosa Diferida) como escudo temporal para proteger a quienes llegaron de forma legal y hoy se sienten en el aire.
“Presidente Trump, le pido respetuosamente que otorgue el DED a quienes vinieron de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela bajo el programa de parole”, así arranca la misiva de Salazar, donde deja claro que no se trata de abrir más las puertas, sino de cumplir con la palabra empeñada a quienes ya entraron legalmente y hoy podrían quedar desamparados.
El DED, aunque no es un estatus migratorio formal, funciona como un salvavidas temporal: permite a ciertos extranjeros quedarse legalmente en el país, trabajar y evitar la deportación mientras dure la medida. Es una herramienta que solo el presidente puede activar, y que se ha usado en el pasado con personas de lugares como Liberia, Hong Kong o los territorios palestinos.
La administración de Trump anunció recientemente el cierre del programa de parole, que se lanzó en 2022 para venezolanos y se amplió a principios de 2023 para incluir a cubanos, haitianos y nicaragüenses. Esta decisión, que entra en vigor a finales de abril, afectará a más de medio millón de personas que entraron al país con patrocinadores legales, creyendo que tendrían una oportunidad de rehacer sus vidas sin miedo.
Salazar insiste en que estas personas vienen huyendo de dictaduras brutales, crisis humanitarias y represión, y que no se les puede dejar a la deriva. Según ella, el DED permitiría al gobierno evaluar caso por caso, deportar a quienes no cumplan con los requisitos, pero proteger a los que de verdad necesitan refugio, sin comprometer la seguridad del país.
“Estados Unidos no devuelve a la gente al peligro”, recordó la congresista, apelando al espíritu humanitario que ha marcado a la nación durante generaciones. “Es parte de lo que nos hace distintos, y debemos mantener ese legado como un faro de esperanza para los perseguidos del mundo”.
De aprobarse esta medida, miles de cubanos y otros migrantes respirarán aliviados, al saber que no serán devueltos a la incertidumbre, al hambre o a la represión. Porque, al final del día, la promesa de libertad y seguridad no debe romperse, especialmente cuando ya se ha tendido la mano.
