Una escena angustiante sacudió este miércoles a los vecinos de Micro 7, en el Distrito José Martí de Santiago de Cuba. En un apartamento del segundo piso, un paciente con esquizofrenia, conocido en la zona como “Chago”, habría mantenido retenida a su madre dentro de la vivienda, en un episodio que dejó a todos con el corazón en la garganta.
Según contó el periodista Yosmany Mayeta, al lugar llegaron rápidamente una ambulancia y una patrulla. Sin embargo, ni médicos ni policías han logrado entrar al apartamento, y la tensión sigue creciendo con el paso de las horas.
“Están ahí abajo desde hace rato, dándole cabeza a cómo subir al segundo piso para sacar al enfermo, pero hasta ahora, nada de nada”, comentó un vecino visiblemente preocupado.
Los residentes de la zona afirman que esta no es la primera vez que “Chago” pierde el control. Cuando se descompensa, la cosa se pone fea: grita, amenaza y hasta impide el paso por la escalera. La raíz del problema, dicen, está en la falta de medicamentos, que hace rato escasean y son casi imposibles de conseguir.
“¿Por qué lo dejan salir de Jagua si saben que no tiene medicación? Ese muchacho está fuera de sí, no deja subir ni bajar a nadie, y la pobre madre puede estar recibiendo golpes ahí adentro… ¡Y no hacen nada!”, exclamó con impotencia una vecina que conoce bien la situación.
La preocupación no solo recae en el caso puntual, sino en lo que representa: la falta de atención estructural a los enfermos psiquiátricos en Cuba, quienes muchas veces quedan a la deriva, sin tratamiento ni seguimiento, poniendo en riesgo tanto su seguridad como la de quienes los rodean.
Mayeta lanzó un llamado urgente a las autoridades de Santiago, pidiendo que no solo actúen de inmediato en este caso, sino que se adopten medidas más firmes para atender la salud mental en la provincia. Porque, como él mismo señaló, “mientras sigan en las calles sin medicación, son una bomba de tiempo para sus familias y para el barrio entero”.
Hasta el momento de cerrar esta nota, la situación sigue sin resolverse, y dentro del apartamento reina el silencio, un silencio que preocupa a todos.
En redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar. Muchos cubanos expresaron su frustración con la lentitud de la respuesta oficial. Algunos propusieron entrar por el patio o desde el balcón contiguo, mientras otros lanzaron críticas más directas.
“Si fuera contra el gobierno, ya habrían derribado la puerta con un camión. Pero como es una pobre señora, ahí están, mirando desde abajo”, soltó uno de los usuarios.
“A un opositor le desmontan el techo, pero a esta madre la dejan a su suerte”, dijo otro con rabia.
El caso sigue en desarrollo, pero lo que ya está claro es que la salud mental en Cuba necesita mucho más que discursos y promesas. Necesita acción. Y la necesita ya.