La llegada a Estados Unidos de Juana Orquídea Acanda Rodríguez, una exjueza cubana con tres décadas en el sistema judicial de la isla, terminó con esposas en lugar de abrazos familiares. Fue detenida en el Aeropuerto Internacional de Miami por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), tras descubrirse que escondió detalles clave sobre su pasado durante su proceso migratorio.
Con 62 años y una visa tramitada gracias a la reclamación de su hijo, ciudadano estadounidense, Acanda intentó entrar al país como inmigrante, pero no contó con que los federales le revisarían su historial con lupa.
Según reveló el periodista Mario J. Pentón, quien tuvo acceso a información oficial, la exfuncionaria mintió en sus entrevistas consulares, omitiendo por completo que había sido jueza penal en el Tribunal Provincial de Matanzas y, además, militante del Partido Comunista de Cuba.
“Ella reconoció que falseó información sobre su empleo y sus vínculos políticos para poder obtener beneficios migratorios de forma fraudulenta”, confirmó la CBP a Pentón.
El asunto no se queda ahí. Las autoridades estadounidenses determinaron que Acanda tenía conexión directa con el aparato estatal cubano y ahora enfrenta acusaciones por fraude migratorio, declaraciones falsas y uso de documentos fraudulentos, todo bajo el Título 18 del Código de EE.UU. Además, fue considerada inadmisible conforme a la sección 212(a) de la Ley de Inmigración.
La exjueza está en proceso de expulsión del país y no se descarta que termine enfrentando un juicio federal.
En Cuba, su trayectoria era todo lo contrario al perfil bajo. Un reporte de 2023 del canal matancero TV Yumurí la presentaba con orgullo tras ser condecorada con la Orden del Mérito Judicial, un reconocimiento entregado por el régimen. En esa ocasión, ella misma expresó: “Me sentí plenamente realizada durante esos 36 años impartiendo justicia, como exige la sociedad”.
Pero esa historia de méritos en toga cambió bruscamente al aterrizar en suelo americano.
Una fuente cercana al caso, que pidió no revelar su identidad, le soltó a Pentón una frase cargada de ironía: “Como siempre, los hijos de los dirigentes se van a Estados Unidos, y después quieren traerse a sus viejos para que escapen del hambre y de los hospitales destruidos que ellos mismos ayudaron a crear. Esto tiene que parar”.
Y no es un caso aislado. El nombre de Juana Orquídea se suma a una lista cada vez más larga de exfuncionarios del régimen cubano que intentan rehacer sus vidas en el país al que durante años criticaron.
Entre otros ejemplos están Eduardo Enríquez Blanco, ex del Ministerio del Interior; Rosabel Roca Sampedro, exfiscal de Camagüey; y Manuel Menéndez Castellanos, quien fuera primer secretario del PCC en Cienfuegos. Todos ahora residen en Estados Unidos gracias a procesos de reunificación o bajo circunstancias similares.
Este tipo de situaciones ha encendido las alarmas en la comunidad cubanoamericana del sur de Florida, donde muchos consideran estas migraciones como un acto de hipocresía política y una burla a quienes sí han sufrido en carne propia la represión del sistema que ellos representaron.
En resumen, el exilio no olvida, y la justicia tampoco. Entrar a Estados Unidos ya no es solo cuestión de papeles: también hay que rendir cuentas por el pasado.