Una escena desgarradora paralizó a los vecinos de Santiago de Cuba este martes: el cuerpo de un hombre fue encontrado sin vida, colgado, al costado de una carretera, en lo que muchos ya señalan como un suicidio.
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada fue quien compartió la información en su cuenta de Facebook, donde dejó saber que el suceso lleva días dando vueltas entre los santiagueros. “Dicen que estaba ahí desde el domingo”, soltó en una publicación que ha dejado a más de uno con el corazón apretado.
Entre los comentarios que no se hicieron esperar, una joven identificada como Yeline Domínguez confirmó que la tragedia no era solo un rumor, sino un dolor familiar: “Es mi tío. Desde el domingo está muerto allí. No es mentira”, escribió con una mezcla de rabia, tristeza y resignación.
El lugar donde ocurrió todo no es cualquier sitio. Fue en la carretera que va rumbo al Hospital Clínico, justo al lado de la cerca que protege la región militar. “Está pegado a una zona por donde pasa gente a cada rato. ¿Cómo es posible que nadie lo viera antes?”, se preguntó una vecina, visiblemente afectada por la indiferencia o el descuido.
A raíz del hallazgo, la zona se llenó de patrullas y carros de Criminalística, justo después del reparto Santa María, pasando por el Trébol y ya cerca del parque Ferreiro. La presencia policial no pasó desapercibida para quienes se movían por esa vía ese día.
Según vecinos del Reparto Militar La Ceiba, el fallecido era un joven del barrio, de esos que uno ve a diario y saluda sin imaginar lo que carga por dentro. Una residente soltó lo que muchos piensan, pero pocos se atreven a decir en voz alta: “La gente ya no aguanta. No hay comida, no hay medicinas, los niños van a la escuela sin pan ni leche. Muchos se rinden, se cansan de esta pesadilla y prefieren acabar con todo”.
Una tragedia que refleja una herida más profunda
El dolor que se respira en Santiago con esta muerte no es solo por la pérdida de un ser humano. Es el reflejo de una sociedad al borde del colapso emocional, donde la desesperanza y la presión diaria están llevando a muchos a un límite peligroso.
Y es que cuando vivir se vuelve una carga, cuando el plato está vacío y los bolsillos también, la mente no siempre resiste. Y por eso, historias como esta —tristes, duras, reales— deben ser contadas, no para el morbo, sino para abrir los ojos de todos, y sobre todo, de quienes aún pueden hacer algo por cambiar la realidad.